lunes, 4 de abril de 2011

Capitulo 2 (Re-edición)

No reaccione rápidamente, la puerta ya se encontraba abierta. Y él estaba parado en el umbral, sus ojos negros expresaban tanto vacio… sentí pena por él, me intrigaba saber quién era. Nunca había sido tan curioso en mi vida, pero tuve el presentimiento de que había algo en él… algo que lo perturbaba.


Pero nunca imagine, que era algo más oscuro… algo que iba más allá de la razón, más allá de la vida propia, y nunca imagine como afectaría mi vida y la vida de mis seres queridos.

- Lo siento- incliné la cabeza avergonzado y a paso rápido, me dirigí devuelta a mi departamento.

Pasaron varias semanas, no lo volví a ver. Cada día escuchaba esos espantosos murmullos, que provenían de ese departamento, mis piernas temblaban cada vez que pasaba por el pasillo, siempre caminaba a paso rápido por él, me ponía realmente nervioso y a la vez me intrigaba más ese muchacho.

- Shima has estado raro últimamente- decía Taka sentado en el sofá, reprochándome.

- Creo que es el trabajo- dije evitando mirarlo a los ojos.

- Sí claro, te conozco, ¿qué es lo que pasa?- su voz era severa.

- La verdad no lo sé, creo que estoy muy cansado, no te preocupes por mi Taka. Estaré bien- esbocé la sonrisa más falsa que pude.

- Bueno- dijo suspirando levantándose del sofá- será mejor que me vaya.

- Te acompaño hasta la puerta.

Apenas pose la mano sobre la manija de la puerta, pude jurar que los murmullos se volvieron más fuertes, más audibles que antes, me quede petrificado sosteniendo el picaporte.

- ¿Shima?-

- Lo siento- abrí la puerta, los murmullos, sin duda alguna eran más fuertes- ¿Escuchas eso?

- ¿Ah?, ¿de qué hablas?- Taka frunció el seño- ¿Seguro que estas bien?- pregunto saliendo por la puerta.

- Sí… ¿pero en serio no lo escuchas?

- Takashima no escucho nada en absoluto- me dirigió una mirada severa- mañana vendré por ti, creo que necesitas respirar aire libre.

- Pe…

- Nada de peros, ¡vendré por ti mañana y punto!- acomodo su chaqueta y se fue caminando a paso lento hasta el ascensor.



Cerré la puerta de un tirón, los murmullos empezaban a ensordecer mis oídos. Los tape con ambas manos, pero parecían resonar dentro mi cabeza, me volvería loco si no hacia algo. ¿Por qué Takanori no lo había escuchado?... ¿será que realmente estaba volviéndome loco? ¡¿Por qué estaba pasando todo esto?!
De rabia y desesperación, di el grito más fuerte que pude, cayendo de rodillas. Esos murmullos que me volvían loco, pararon de repente.

Pero no sentí alivio en lo absoluto, el silencio que ahora invadía todo… era aterrador. Realmente estaba demente. Me pareció inevitable, que las lagrimas salieran disparadas de mis ojos, parecían quemarlos al salir, no pude siquiera emitir sonido alguno… lloraba en silencio, vaya que era más doloroso así, no poder descargar todo lo que podría estar llevando dentro. Tal vez si estaba loco después de todo… ¿Por qué yo?...

Mis tontos pensamientos fueron interrumpidos, un fuerte golpe hacia la puerta hizo que reaccionara, fue un solo golpe… tan fuerte, como si hubieran tirado algo con toda su fuerza contra ella. Sentí un escalofrió recorrer toda mi espalda hasta llegar a mi cuello, pesadamente camine hacia la puerta, con las piernas temblorosas.

Sentí lo mismo que la noche en que caí enfermo, duda. Tal vez no era la mejor idea abrir la puerta, pero la curiosidad fue más fuerte, claro que no estaba decidido a abrir la puerta, pero aun así lo hice, dudosamente. Abrí lo suficiente para ver alrededor sin sacar la cabeza, no había absolutamente nada, todo silencioso, vacio. El pasillo iluminado por los focos de luces blancas casi segadoras, las encontré espeluznantes.

Ya me encontraba cerrando la puerta, pero de repente se hizo pesada, pensé que se habría trancado con algo, jale desesperadamente la puerta, pero parecía estar clavada ahí. De un momento a otro algo jalo la puerta hacia afuera, abriéndola completamente. Me quede petrificada parado en el umbral, mi corazón palpitaba tan fuerte y una fría brisa recorrió mi cuello que estaba empapado en sudor, no pude mover un musculo, estaba totalmente pasmado, tenía miedo respirar fuertemente, hasta creo que en algún momento deje de respirar.

Escuche que unas fuertes pisadas, que provenían de mi sala, se acercaban hacia mí. Mis ojos se abrieron completamente, pero no tenia agallas para mirar detrás de mí y tampoco para salir afuera. ¡¿Por qué diablos Taka se había ido?!
Los pasos se tuvieron, justo detrás de mí, trague saliva con esfuerzo, mis piernas aun temblaban, desearía haberme desmayado y así no pasar ese mal momento, pero solo me quedaba clavado en el umbral de la puerta. Sentí claramente una fría sensación recorrer mis brazos, sentí como si alguien me sostuviera de los hombros, un horrible escalofrió recorrió cada partícula de mi cuerpo. De repente fui tirado hacia al pasillo, con tanta fuerza que me pareció haber volado, y extrañamente no me hice daño al aterrizar al suelo. Daba bocanadas de aire, mi corazón latía más rápido, más fuerte, mi cuerpo estaba cubierto de sudor frío.

Vi titilar las luces de mi apartamento, hasta que se apagaron completamente. Me levante abruptamente del suelo, la puerta se cerró con tal fuerza que ensordeció mis oídos. No trate de abrirla, sea lo que sea… lo que me haya empujado afuera, estaba ahora en mi departamento.

Escuche el titileo de las luces del pasillo, mire a ambos lados. Desee no haber estado ahí. Las luces del pasillo se iban apagando, por ambos costados, mire a mi derecha y la oscuridad ya estaba cerca, así que desesperadamente corrí a mi derecha. Hasta que ya encontraba acorralado por esa tenebrosa oscuridad y solo una luz quedaba en pie. Que ironía, mire a la puerta del departamento que quedaba iluminado…. Apartamento numero “13”.

Era su apartamento… me sentí horrorizado, parecía que a toda costa algo o alguien quería que vaya ahí. Los oscuros pasillos a mi alrededor, parecían ocultar algo espantoso, no me daba confianza adentrarme en esos pasillos. Me quede parado frente a la puerta, observando la placa metálica con el numero, mis piernas dejaron de temblar, pero aun podía sentir ese horrible escalofrió que recorría mi cuello una y otra vez. La luz empezó a titilar, mire aterrado hacia ella, cada vez titilaba más, estaba a punto de apagarse. De pronto escuche el sonido estruendoso de vidrios romperse y un golpe fuerte al piso, en ese momento la luz se apago.

Fue como un impulso, abrí inmediatamente la puerta, no deseaba quedarme un minuto más en ese pasillo. Al entrar todo estaba desordenado, tirado en el piso, recorrí el lugar desesperadamente con la mirada, a lo lejos divise la recamara, camine a paso rápido, vaya que ese apartamento era realmente frio.

Al entrar a la recamara estaba igual que todo lo demás, desordenado. La cortina que cubría una de las ventanas, danzaba hacia arriba, rozando la puerta del baño. Me acerque a ella para cerrarla, el viento que soplaba era demasiado fuerte, pero con mucho esfuerzo pude cerrar la ventana. Sin pensarlo abrí la puerta del baño.

Ahí estaba él, tirado en el suelo, cubierto de vidrios rotos y ensangrentados. Un charco de sangre rodeaba todo su cuerpo, a lo lejos divise un botecito de pastillas… vacio.
Me acerque a él, sin dudar, lo tome desesperadamente entre mis brazos.

- ¡¡Oye!!... ¡oye tú! -dije sacudiendo su cuerpo- ¡¡Despierta maldita sea!- Abrió un poco los ojos, emitiendo un jadeo ahogado.- ¡¡Oye!!- retire los cabellos que cubrían su rostro- ¡¡¿Qué mierda se supone que has hecho?!!- grite desesperado.

Con un poco de esfuerzo abrió más sus ojos. Su rostro estaba manchado de sangre, tenía pequeños cortes en la cabeza. Me pareció ver felicidad en sus ojos, esbozo una sonrisa de lado, con labios temblorosos. Me quede absorto en el piso mientras lo sostenía en mis brazos, ¡¿Por qué diablos estaba sonriendo?!. No dijo nada, ni una sola palabra… de repente su rostro perdió toda expresión y sentí su cuerpo más pesado, se había desmayado.

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El silencio invadió toda la sala, solo el tic-tac del reloj que tenía enfrente, era casi audible. El hombre lo había escuchado con cierto interés.
El muchacho se quedo mirando al reloj, con una expresión totalmente neutra, recordando… lo más esencial.

- ¿Qué pasa?- pregunto el hombre en tono suave.

- Después de eso llame una ambulancia, había tanta sangre… tanta sangre- levanto las manos para mirarlas detenidamente- no me separe de él, ningún momento… recuerdo que… en un instante se despertó en la ambulancia- esbozo una pequeña sonrisa- me dijo su nombre- miro al hombre de reojo.

- ¿Te dijo su nombre?... ¿lo recuerdas?- pregunto curioso.

- Claro que sí, su nombre era…

Shiroyama Yuu

El semblante de aquel hombre, cambio, por un segundo, no logro distinguir que era. Pero volvió a su expresión normal, dispuesto a decirle algo en ese tono tan típico de él.
Lo interrumpió los suaves golpecitos que llamaban en la puerta, se acerco a abrirla y escucho la voz chillona de la recepcionista. Salió de la sala junto con ella.

- Yuu…- dijo el muchacho en tono evanescente, mirando al vacio.

Las manecillas del reloj ya marcaban las siete y media. Dirigió su mirada hacia él, siguiendo con sus ojos las manecillas, mientras escuchaba su tic-tac, que parecía volverse más audible, al pasar el tiempo. Ocho menos cuarto.

- Lo siento- el hombre volvió a entrar a la sala, caminando hacia su butaca- la recepcionista ya se iba- le dirigió una sonrisa- puedes continuar por favor- hizo un ademan.

- Solo faltan quince minutos- dijo sin quitar la vista del reloj.

- Podemos tomar otra sesión, si usted quiere.

- No habrá otra…- dijo en tono apenas audible.

- Si quiere, puede quedarse hasta la hora que quiera- dijo dulcemente- yo me quedare a escucharlo.

- ¿No tiene nada que hacer?... ¿nada mejor que escucharme?

- La verdad, creo que nada es mejor que escuchar su historia- esbozo una gran sonrisa- Siga.

- Está bien.

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No recuerdo cuanto tiempo espere, sentado en esas incomodas butacas de la sala de espera en el hospital, mi cabeza daba vueltas y vueltas, revolviendo mis pensamientos, repasando lo que hace poco acababa de pasar. No quería volver a casa, tenía el gran presentimiento de que ese algo estaba ahí, lo que me empujo al pasillo. ¿Sera lo mismo que vino a mi habitación hace varias semanas?, ¡¿Qué quiere de mí?!...¿Por qué todo esto tiene que pasar ahora? ¿Por qué?!... ¿y quien diablos era ese chico?... si no hubiera sido prácticamente obligado a entrar a su departamento… ¿habría muerto desangrado?....
¡¡¿Maldita sea por qué yo?!!

Después de un buen rato, salió un doctor, me dijo que él ya se encontraba estable, había perdido mucha sangre a pesar de que las heridas eran superficiales, habían tenido que lavarle el estomago, ya que había ingerido un montón de somníferos y calmantes.
¿Habrá querido suicidarse?... tan solo pensarlo y recordar en la forma en que la encontré… tal vez los cortes se los provoco el mismo… ¿pero que caso tenia tomar las pastillas?

- Aun no despertara, pero puede pasar a verlo- dijo el doctor en tono serio.

- Gracias- entre a la habitación.

Estaba conectado a un respirador, un suero de sangre colgaba de una vara metálica, conectado a uno de sus brazos. Había una silla frente a la cama, lentamente me senté sobre ella, sin despegar la vista de su rostro. Se veía realmente adorable a pesar de su estado, su rostro expresaba tanto alivio, como si le hubieran sacado un gran peso encima. ¿Cómo alguien como él, que lucía tan inocente… podría ser causante de tanto martirio?, me parecía imposible. Pero todo lo que había vivido hasta ahora, era realmente perturbador.

El timbre de mi móvil me saco de mis pensamientos, di un brinco de susto, pensé que él se despertaría, pero seguía durmiendo tan apaciblemente.

- ¡¡Shima!! ¡¡¿Dónde diablos estas?!!- preguntaba Taka realmente furioso.

- Lo siento Taka, no estoy en casa.

- ¡Ya lo sé!, te dije que hoy…

- Te veré después del trabajo, ¿sí?

- ¡¿Donde estas Shima?!

- Te veré luego- trate de evitarlo.

- ¡¡Shima!! Dime ahora mismo…

Tuve que cortarle, o nunca pararía de gritar. No quería dejarlo solo, era algo fascinante verlo dormir, respiraba tan calmadamente. No sé cuánto tiempo me quede frente a él, realmente sentía tanta curiosidad, quería despertarlo, pero no me atrevía. Cuando mire la hora, ya había pasado el mediodía, tenía que ir a trabajar ese día. Salí de la habitación a paso lento, espere en el umbral a que se despertara por el ruido que hice al levantarme, pero no lo hizo.

Estuve tambaleando de sueño en el trabajo, no había dormido para nada. Aun así, me sentía algo angustiado por él, después de una larga y cansadora espera en el trabajo, llevé un libro conmigo, tal vez… pensé que le gustaría. Fui directo al hospital después de trabajar. Seguía dormido, al parecer se despertó mientras no estaba, pero ahora estaba sumido otra vez en su relajado sueño.

Puse el libro sobre la mesita de noche, me senté sobre la silla frente a él, observándolo como lo había hecho toda la madrugada. Pero después de un rato, la enfermera me dijo que tenía que descansar y no podía quedarme ahí. No tuve opción que dirigirme, devuelta a mi departamento.

- ¡¡¿Sabes cuan preocupado estaba?!!- Taka estaba esperándome en el pasillo

- Lo siento, yo…

- ¡Idiota!- de un golpe caí al suelo- ¿¡Dónde has estado todo el día!? Pensé… pensé que- su rostro dejo su expresión de furia- Shima… lo siento- me extendió de un brazo para levantarme- lo siento, no quise pero… estaba hecho un manojo de nervios.

- No te preocupes Taka, estaba en el hospital- se volvió preocupado.

Le comenté que había hallado a mi vecino, en un supuesto intento de suicidio y lo había llevado al hospital.

Takanori siempre se preocupaba por mí, era como mi hermano, pero aun así no quise preocuparlo con todo lo que estaba pasándome, así que omití las partes perturbadoras.

Ya habían pasado tres días, cada día iba a verlo al hospital. Siempre que estaba ahí, lo encontraba dormido, pero vi que sí había leído el libro que le había dejado. La enfermera me dijo que lo había estado leyendo con ánimos hasta terminarlo. Me sentí tan alegre al escuchar eso.
Al cuarto día, mientras lo observaba dormir, me entraron tantas ganas de tocar su piel, vacilé tanto… pero me arme de un poco de valor para estirar mi brazo hacia él. Ya le habían quitado el respirador. Con la punta de mis dedos recorrí su tersa piel, quite un mechón de cabello que estaba al medio, era tan sedoso. De repente, lo escuche… su voz era tan… perfecta.

- Gracias- me dijo en un susurro audible

Era la primera vez que lo escuchaba hablar desde que me dijo su nombre en la ambulancia, no supe cómo responder. Estaba tieso en la silla, observando cómo esbozaba la sonrisa más encantadora que había visto.

- ¿Tú dejaste ese libro?- preguntó señalando el libro en la mesa de noche.

- Sí…-

- Parece que hubieras visto a un muerto- dijo entre una pequeña risa.

- Ah… yo… lo… siento.

Nunca me sentí más ridículo, pasó un buen rato, no despagaba esos ojos negros de mí, parecía estar estudiando cada rasgo mío. Tomé el valor para preguntarle, lo que me intrigaba tanto.

- ¿Por qué… por qué lo hiciste?-

Su rostro cambio de expresión, se mostraba serio y algo melancólico.

- Perdón… yo… no debí preguntar- dije avergonzado.

- No, tienes todo el derecho de hacerlo- dirigió su mirada al techo, dando un suspiro- Quería… más bien, ya no podía seguir escuchando las voces-

- ¿Voces?-

- Pensé que así las callaría, pero solo parecieron enfurecerse- su voz se ponía más tensa- Yo… pensé que…

- ¿Te volverías loco?- abrió los ojos y dirigió su mirada sin expresión hacia mí.

- Sí…- dijo en tono evanescente, una lagrima rodo por su mejilla.

- Estarás bien ahora- dije limpiado su rostro con mis dedos-

No estaba muy convencido de mis palabras, aun así… en ese instante, sentí una brisa recorrer la habitación, pude escuchar un gruñido… poco audible, pero lo escuche claramente, provenía de una esquina de la habitación, desesperadamente busque con la mirada. Una silueta envuelta en las sombras de las paredes, no pude distinguir claramente su aspecto, pero en cuanto la ví un escalofrió recorrió mis piernas y mi cuello.

Sentí que él tomo mi mano con fuerza, cerrando fuertemente los ojos, él tenía miedo… ambos teníamos mucho miedo.

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