lunes, 4 de abril de 2011

Capitulo 3 (Re-edición)

El aire parecía comprimirse, era tan pesado… que me era difícil respirar, como si ejerciera presión en todo mi cuerpo y estrujara mis pulmones. Una vez más estaba clavado en un lugar, ya estaba empezando a odiar eso, más aun, mis ojos ni siquiera parpadeaban. Por más que quería llorar, no podía.

Estaba mirándome, lo sentí, no lo vi… pero sí lo sentí. La sombra que las paredes reflejaban en la esquina, parecía crecer lentamente.

- ¿Qué pasa?

Su voz tenía un tono asustado, pude sentir como sostenía más fuerte de mi mano. Por un momento sentí como el aire alrededor parecía volver a la normalidad. ¿Acaso él no lo había sentido?

- ¿Qué?- pregunté en tono evanescente, mirándolo con los ojos abiertos.

- Estas pálido- dijo dulcemente esbozando una leve sonrisa.

- Yo… yo… creo que- cerré fuertemente los ojos, y solté mi mano de su agarre para frotar mi rostro- olvídalo, creo que estoy demasiado cansado- traté de sonar calmado.

Por un instante su semblante se puso serio, preocupado. Sus ojos negros volvían a expresar ese vacío.

- ¿Por qué?

Su voz era serena, una simple pregunta, a la cual no sabía responder.

- ¿De qué estás hablando?- pregunté tratando de desviar mi mirada de la suya.

- ¿Por qué me has ayudado?

¿En serio no había sentido, lo que sea que haya sido, esa cosa en la habitación?
¿Realmente yo estaba loco?... ¿Por qué le había ayudado?... Si le respondía: “Porque algo jodidamente raro y retorcido, que proveniente de tu departamento, prácticamente me arrastro hacia allí”… ¿Pero sería la verdad?... Tal vez estaba imaginando cosas... ¡¿Que mierda estaba pasando?!

- ¿Por qué?- su voz era más severa.

- No lo sé- me limité a responder.

Dio un suspiro hacia el techo, manteniendo los ojos fijos en el, pensativo. Puso una mueca de dolor, recorrió su rostro con una mano hasta llegar a sus finos cabellos. Lentamente volvió a dirigirme su mirada, esta vez melancólica. Esbozo una leve sonrisa de lado.

- Has estado trasnochándote, todas las noches, mientras te quedabas ahí sentado- dijo en tono sereno.

- Sí- incline la cabeza, mirando a mis rodillas.

- Vete.

- ¿Ah?- dije sorprendido volviendo a mirarlo- Pero…

- Necesitas descansar, yo estaré bien, no quiero que te quedes.

- Yo…- estiro su brazo hacia mí, acariciando mi rostro con el dorso de su mano.

- Vete, no puedes estar cerca de mí.

- ¿Por qué? Yo solo estoy ayudando…

- Estaré bien –dijo con la mirada perdida, con un semblante tan extraño… como si quisiera decir algo pero no debería.

- Volveré.

- No tienes que hacerlo, es mejor que vayas a descansar.

- Está bien –era mejor dejarlo ahí, y él tenía razón… estaba muy cansado.

Me dirigí a mi departamento, no tenía mucha confianza en volver. Pero estaba realmente exhausto, no sé cómo había logrado mantenerme en pie. Recién acababa de anochecer, las luces neones de las calles, irritaban mis ojos tremendamente cansados, todo empezó a dar vueltas en mi cabeza, los fuertes murmullos de la multitud parecían crecer más y más. Los olores de las calles, parecían invadir mi olfato, provocándome nauseas. Trate de huir de la multitud, los sonidos, los olores, corrí y corrí, tropezando entre la multitud. Hasta que ya me encontraba en una calle estrecha, era una zona residencial, me sostuve del poste de luz más cercano. Las nauseas que sentía hicieron que mi estomago palpitara de dolor, mis piernas temblaban al igual que mis brazos, mis rodillas perdieron el balance y caí sobre ellas en el suelo. No pude controlar las nauseas, un amargo reflujo recorría mi mandíbula y termine botando todo lo que tenia dentro.

Respiraba jadeantemente, el olor amargo de mi boca. Mis extremidades dejaron de temblar, pero seguía de rodillas en el piso, totalmente exhausto. De pronto, la luz blanquecina del poste, empezó a titilar.
Traté de calmar mi respiración, mi corazón palpitaba fuertemente, recordé la noche en el pasillo, cuando las luces empezaron a titilar. Dirigí la vista hacia el poste, aun titilante. A lo lejos de la calle, el poste más lejano empezaba a titilar, me quede petrificado en el suelo. Todos los postes alrededor empezaron a titilar también, hasta que el más lejano se apago, y el que estaba a su a lado, se apago inmediatamente, así consecutivamente. Pude reaccionar rápido, me levanté del suelo y empecé a correr, lo más rápido que pude.

Me adentre en calles vacías, repletas de casas, pero ni una persona estaba por ahí, los postes que tenia adelante empezaban a titilar, apenas entraba en esas calles. ¡¿Por qué demonios todas esas calles estaban vacías?!.

Sentí mi corazón palpitar con fuerza, la fría brisa otoñal, entraba por cada poro mío. Trate de encontrar algún lugar repleto de personas, me parecía mejor estar ahí, que estar pasando por esto.

¿Alguna vez… tuviste esa rara sensación, de que alguien te observa? , todos hemos sentido eso alguna vez.

¿Pero alguna vez tuviste una escalofriante sensación, de que alguien te está persiguiendo y a la misma vez te observa en cada esquina, detrás, de frente, a ambos lados de ti, que puedes sentir su mirada en todo tu cuerpo mientras escapas, que observa detenidamente cada pulgada tuya, esa sensación de miedo, pánico, demencia… que recorre cada centímetro tuyo, como miles de agujas contra tu piel?

Yo sí.


Pensé que sería una carrera sin fin… o mejor dicho… Pensé que sería una caza sin fin, pues así me sentía… como una presa.
No recuerdo cuánto tiempo estuve escapando, me pareció imposible haber corrido tanto estando tan exhausto, pero tal vez fue un momento de adrenalina.
Ya me encontraba dentro del ascensor, dirigiéndome a mi apartamento. Si antes me sentía exhausto, ahora estaba a punto de caer en el suelo y no levantar ni un solo musculo. Necesitaba relajarme, descansar… ¿pero cómo podría?... era desesperante.

A penas podía mantenerme en pie, entre tambaleando a mi apartamento, me dirigí hacia mi habitación y fui directo al baño… necesitaba un baño, estaba apestando.

Tiré mi ropa al suelo, giré la manija del agua mientras esperaba a que se llene la tina, apoye ambos brazos temblorosos en el lavamanos, observaba detalladamente mi rostro en el espejo que tenía en frente. ¡Realmente estaba espantoso!, mi piel estaba más pálida de lo que nunca antes había estado, mi rostro reflejaba un notable cansancio, las ojeras que marcaban mis ojos eran realmente profundas, mi rostro estaba sucio y los cabellos que surcaban mi rostro, se mantenían pegados a él por el sudor.

Me dirigí a la puerta del baño y pesadamente la cerré. Caminé a paso lento hacia la bañera, apagué el paso de agua, y me adentré en la tibia y reconfortante tina. Lavé mi rostro, mis brazos, mis piernas, llevé un poco de agua a mi cabello, dejándolo hacia atrás. Recosté mi cabeza al borde de la bañera, mis parpados se volvieron tan pesados, que no resistí y los cerré, el dulce aroma del jabón era relajante, podía sentir el vapor del agua, rozar mi rostro. Todo estaba en completo silencio, solo escuchaba mi leve respiración en mis oídos.

Ya estaba cayendo dormido dentro la bañera, hasta que escuche un leve chirrido, el de la puerta del baño, abrí inmediatamente los ojos, la puerta sí estaba abierta, pero no lo suficiente como para que alguien entre. No le di mucha importancia en ese momento, estaba demasiado cansado, volví a cerrar los ojos. Paso un buen tiempo, volví a escuchar el chirrido de la puerta, pero no me volteé a ver, me sentía relajado ya.

Sentí una extraña sensación, recorrer mis piernas, como si alguien las recorriera con sus manos, esa sensación llego hasta mi pecho y poco a poco empezó a ejercer presión, adentrándome en la bañera. Abrí los ojos y levanté la nuca, pero inmediatamente, sentí un fuerte empujón, sentí una gran presión sobre mi cuello, mientras yo intentaba gritar bajo el agua. Era tan fuerte la presión que ejercía sobre mí, que después de poco tiempo no pude emitir ningún sonido, abrí los ojos debajo el agua pero no podía distinguir absolutamente nada. Podía escuchar el fuerte e incesante palpitar de mi corazón, podía escuchar los golpes que daba con las piernas y los brazos en los bordes de la bañera, podía escuchar los chorros de agua que caían al suelo. Mis pulmones parecían estrujarse, empecé a sentir un áspero dolor en la garganta, sentí que mi cuello estaba a punto de romperse con esa presión, automáticamente cerré los ojos, no sé por qué razón, pero no los podía mantener abiertos, los latidos de mi corazón iban descendiendo con velocidad, mis golpes y patadas se escuchaban débiles.

Cuando ya estaba seguro de que este era el fin, cuando estaba seguro de que moriría… en una manera torcidamente extraña. Cuando ya estaba listo para rendirme, cesó.

Dejé de sentir esa presión que estrujaba mi cuello, fue un segundo e inmediatamente estire los brazos hacia el borde de la bañera y jale mi cuerpo, con la poca fuerza que me quedaba, empuje con mis pies para salir de la bañera, caí desparramado en el suelo.

Apenas salí de la bañera, boté toda el agua que pude. Mi nariz estaba adolorida, sentía mi garganta arder en fuego, un dolor que la raspaba mientras tocia frenéticamente por el ardor, sentía tal dolor en mi cuello que no pude levantar la cabeza del suelo, mi visión se nublo de lagrimas que brotaron rápidamente, quemando mis ojos, mi corazón latía más fuerte que antes provocando un dolor punzante en mi pecho.

Fue horrible, no puedo describir muy bien como me sentía en ese momento, no encuentro las palabras para hacerlo… pero jamás me había sentido así… no lo sé, tal vez era una mezcla de miedo, terror, vulnerabilidad y pánico.

¡¿Por qué yo?! ¿Por qué no me dejaba en paz? ¡¿Qué quería de mí sino me iba a matar?!... ¿Cuándo iba a acabar esto?... ¿Alguna vez iba a acabar?...

Sentí que poco a poco recuperaba fuerzas, aun con todo el cuerpo adolorido, me las arreglé para levantarme del suelo, me sostenía de las paredes, hasta llegar a mi habitación. Fue entonces que alguien llamaba desesperadamente a la puerta, golpeándola incesantemente, me quede parado, sosteniéndome en el umbral de la puerta de mi habitación, no quería abrirla, hasta que escuché la voz de Takanori.

- ¡¡¡Shima!!! ¡¡Sé que estas ahí!! ¡¡¡Ábreme ahora mismo!!!... ¡¡¡Oye Takashima!!! ¡¡¡No me iré hasta que abras!!!

Eso me alegró un poco, no me importó estar totalmente desnudo y empapado, como pude, fui hasta la puerta principal y la abrí. La expresión de ira de Takanori al verme desvaneció, y puso cara de preocupación.

- Taka…- dije en voz ronca y poco audible.

Sentí que todo daba vueltas, me mareaba la cabeza, mis piernas volvían a temblar y mis rodillas perdieron fuerza, pero estaba feliz de que Takanori estaba ahí. Todo se volvió oscuro y sentí como mi cuerpo era sostenido por él.

Pude sentir como una sensación tibia y cómoda, recorría todo mi cuerpo. Abrí los ojos, frente mío se encontraba Taka, arropándome en mi cama.

- Taka…

- ¡Vaya! Despertaste rápido- dio un suspiro- ¿Qué te ha pasado Shima?

- No… no lo sé.

- ¡¡No puedes no saber!!- se enfureció- no sé de ti en días, y ahora te encuentro…- puso una mueca de dolor- ¡así!, ¡¿qué te ha pasado en el cuello?! Esta todo moreteado…

- No lo sé- dije con esfuerzo, apenas podía hablar- no sé qué paso… no te enojes…

- ¡No estoy enojado! Estoy preocupado por ti- dio un bufido desesperado- lo que más me duele es que… no confías en mi.

- No es eso Taka, te lo explicare… de algún modo lo haré.

- Bien- esbozo una pequeña sonrisa- necesitas descansar, yo me iré ahora pero vol…

- ¡¡No!!- lo agarre desesperadamente de su brazo- Por favor no me dejes.

Su expresión se mostro mucho más preocupada, pero no dijo nada.

- No me dejes por favor- sentí como las lagrimas salían de nuevo- Quédate conmigo Taka, solo esta noche, por favor… no me dejes.

- Está bien- esbozó una sonrisa de lado, pero como si fuera una mueca de angustia, y acarició mis cabellos- dormiré en el sofá.

- ¡No!, quédate aquí, no me dejes solo.

- Pero si prometes decirme que te está pasando.

- Lo haré, lo haré, solo no me dejes… no ahora.

- Está bien- agacho la cabeza para besarme en la frente.

Después de poco rato, sentí al otro lado de la cama que Takanori se adentraba en ella, se acerco a mí, aún con esa mirada llena de preocupación y dolor, apagó las luces del velador.
Me sentía tan protegido cerca de él, creo que… si él no hubiera llegado… tal vez sí hubiera muerto… ¿verdad?...

Sentí como el calor de su cuerpo acurrucaba al mío, pero aun así tenía miedo de quedarme dormido, a pesar de lo exhausto que me sentía, no podía dormir. Entonces… lo escuché, otra vez. Ese gruñido, no era como el que emite un animal, era… otro tipo de gruñido, evanescente pero audible… enojado. Dirigí inmediatamente la vista al pie de la cama, ahí estaba, una silueta simplemente, una silueta humana… pero irreconocible. ¿Habrá sido la misma cosa que vi hace tiempo en la cafetería?, ¡¿Por qué no me deja en paz?!
Estaba ahí, parada, como si estuviera observándome, el aire se volvió pesado, sentía como si las paredes se expandieran, como si todo se envolvía en sombras, como si no hubiera escape alguno… como si tuviera deseos de hacerme daño… ¿por qué?... ¡¿por qué?!

- ¿-¿Shima?... ¡Shima!- Taka sacudía mi cuerpo- ¡¡despierta!! ¡¡Shima!!!- su voz se oía desesperada- estas ardiendo en fiebre ¡¡Shima, despierta!!- sacudía mi cuerpo a un lado y a otro.

Me di cuenta que no podía respirar muy bien, el aire era tan denso que… parecía tapar mis fosas nasales, mis parpados se volvían pesados, cerré mis ojos, los gritos de Takanori se escuchaban más distantes, se alejaban, poco a poco… hasta que sólo pude escuchar los latidos de mi corazón, un palpitar acompasado, que iba perdiendo su fuerza… lentamente… lentamente.

Solo una pregunta invadía mis pensamientos, y solo un nombre revoloteaba en ellos.

“¿Por qué yo?... Shiroyama Yuu.”

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