martes, 5 de abril de 2011

Capitulo 4 (Re-edición)

Aun recuerdo el aullido de las sirenas de la ambulancia, aun recuerdo los desesperados gritos de Takanori llamando mi nombre, una y otra vez, recuerdo el sonido de la camilla al recorrer ese pasillo, que se me hacia tan eterno, esas luces blanquecinas y segadoras del techo, pasaban rápidamente ante mis ojos, los pasos apresurados de los que llevaban la camilla a una habitación, una enorme luz cegadora sobre mi rostro, la dulce voz de una mujer diciéndome que todo estaría bien, una mascarilla de aire sobre mi boca y nariz, una pesadez en mis parpados y mi cuerpo empezando a relajarse… silencio.

No sabría cómo explicar lo que paso después, tengo vagos recuerdos, volvía en sí de rato en rato… pero no me acuerdo mucho, fue como si hubiera perdido la noción del tiempo… pero espera un momento. Hay algo que si recuerdo, con mucha claridad…

Estaba prácticamente sedado todo el tiempo, no recuerdo con exactitud los momentos en que volvía en sí, pero cuando estaba sedado, me sumía en un sueño… y déjame decirte que no era un sueño relajador, lo odiaba tanto por parecer tan real… tan real y perturbador.

Abría mis ojos, me encontraba en esa habitación de hospital, pero… ¿Qué había de diferente? ¡Ah! Pues las paredes, no eran tan blancas, estaban sucias con enormes manchas cafés, no había olor a medicina… era como un olor metálico… pero a un punto algo nauseabundo… ¿sangre? Me levantaba de la cama con suma facilidad ya que no sentía el cuerpo cansado y adolorido, el lugar era algo… extraño, oscuro e inquietante.

Salía por la puerta hacia el pasillo, igual de sucio, pero con enormes salpicadas de sangre por todos lados, como si hubiera habido una masacre, ¡es aterrador!, no hay nadie en los pasillos, solo yo… parado en medio, dirigí la vista hacia atrás. Las luces empezaban a titilar, mi cuerpo era recorrido por ese escalofrió que ya se me iba haciendo familiar, pero lo odiaba con todo mi ser.
Las luces seguían titilando sin parar, hasta que la ultima luz del pasillo… no se apago, el titileo paro y la luz se hacía más intensa, el foco explotó, podía oír el sonido de los vidrios romperse y caer al suelo, y así le siguió el otro foco y luego el siguiente.
El aire se hacía tan pesado, tan denso y petrificante, la oscuridad del pasillo que iba creciendo, estaba a punto de llegar a mí. A lo lejos, pude distinguir una silueta… sí, la misma que me ha estado persiguiendo. Mi cuerpo pierde su tensión y mis piernas empiezan a correr, con los ojos clavados al frente, no quiero mirar atrás… tengo miedo de hacerlo.


Todo mi cuerpo era envuelto por esa sensación punzante, esa sensación que me desesperaba más, tenía ganas de gritar y llorar, pero no podía, por más que lo tratara. Solo jadeos de cansancio y nervios. A lo lejos divise las escaleras que llevaban al piso de arriba, corría hacia ellas, las subía con desesperación, al llegar al siguiente piso, todo era oscuro, giré un poco el cuello mirando de reojo hacia atrás…. Oscuro. Ahora todo estaba invadido por la oscuridad, ese olor a sangre y suciedad, solo escuchaba mis jadeos de cansancio y hasta me parecía escuchar el palpitar de mi corazón, de lo fuerte que latía.
No me atrevía a dar ni un paso atrás, ni un paso adelante, sentía como mis piernas temblaban y se balanceaban en un mismo lugar.

Entonces lo escuché… era tan dulce, un canto tan dulce… era la voz de una mujer, produciendo sonidos melodiosos… como una canción arrulladora, tan hermosa, resonaba alrededor, cubriendo dulcemente mis sentidos, mis piernas dejaron de temblar y el aire dejó de ser pesado. Mis piernas empezaron a moverse casi automáticamente, daba pasos lentos, siguiendo la dulce melodía, que parecía jalarme hacia ella de manera casi magnética.
Me adentraba más en esos pasillos oscuros, hasta detenerme en la puerta más grande al fondo, era una enorme puerta de vidrio esmerilado, que emanaba un terrible y fuerte olor a sangre, pero la melodía provenía de ahí, la podía escuchar claramente. Apoyé la mano sobre la manija e inmediatamente la melodía se detuvo, abrí la puerta.
Desgraciadamente, ahí terminaba el sueño, no lo lograba ver más allá. Pero fue un sueño que se repetía, una y otra vez, y terminaba siempre en ese lugar, pero parecía tan real, los olores, los sonidos, todo… tan real.

Pero no creas que nunca logre ver más allá de la puerta misteriosa, de hecho, sí lo vi, una sola vez, la última noche en mi estadía en el hospital. Recuerdo ver a Taka, como siempre, sentado frente a mi, hablándome cada vez que despertaba.

- - ¡Y mañana ya saldrás! Y veras que todo estará bien- decía con cierta aflicción- Trataré de visitarte a tu departamento cada vez que pueda- se quedo un momento en silencio, y cambio su expresión a una más seria- sé que no quieres hablar de esto, pero… aun tienes una promesa que cumplir.

- - Lo sé, pero no ahora Taka… por favor… estoy… tan exhausto- mi voz se apagaba cada vez más.

- Es porque acaban de ponerte el sedante, hablaremos mañana.

Otra vez, me volvía a sumir en el mismo sueño. Pero algo cambio esta vez… duro más tiempo y pude al fin saber, lo que ocultaba esa puerta.

Apenas la abrí, la habitación tenía cierto resplandor, proveniente de alguna luz afuera, pero las ventanas estaban cubiertas, torpemente, de un líquido rojo… no era sangre, era demasiado espeso para serlo, tal vez pintura roja… sí, eso era.
La luz que traspasaba las ventanas rojas, iluminaban la habitación… en ese carmesí… tan aterrador. Examiné la habitación con la mirada, era más grande que las otras, y tenía todo un ventanal cubierto de rojo que se extendía de un extremo a otro de una pared, y frente a él, una mujer… cubierta de mantas negras que cubrían casi todo su rostro, con vista al ventanal, meciéndose en una silla, me acerqué a ella a paso lento.
Escuche un sollozo, y pare en seco, era un sollozo agudo… no el que una mujer pueda hacer… era el de un hombre. Hizo que un escalofrió recorriera mis piernas y toda mi espalda hasta llegar a mi cuello, desvié la vista, hacia donde provenía aquel sonido. Una puerta, al otro extremo, pequeña, escondida en una esquina.
Me acerqué a ella, y apoyé el oído contra ella, definitivamente había alguien ahí, tragué saliva que paso por un nudo en mi garganta, mis piernas y brazos temblaban, apoyé mi mano sobre la manija y abrí la puerta, cerrando fuertemente los ojos.

Fue horrible… realmente… grotesco, aterrador…

Cuando abrí mis ojos, era el baño de la habitación, con una luz blanquecina cegadora, las paredes y el piso cubiertos de sangre, en el techo estaba perforado un tubo, unas cadenas caían debajo de él, sosteniendo… el cuerpo de un hombre, mediante ganchos que jalaban la piel de sus brazos extendidos y su espalda, aquel hombre estaba suspendido en el aire, desangrándose, con un corte profundo en el estomago que sangraba sin parar, la sangre recorría sus piernas en hilos escarlatas, goteando al piso en espesas gotas, que ya habían formado un gran charco. Su rostro estaba cubierto por sus cabellos, empapados en sudor y sangre.

Sentí como mis rodillas perdieron fuerza y caí sobre ellas, el olor de la sangre me provocaba tantas nauseas, ese espectáculo macabro, ¡era horrendo!, mi cuerpo temblaba sin parar, me tapé la boca con una mano para evitar gritar, pero las lagrimas salían desesperadas.

Aquel hombre, entre jadeos pesados y sollozos, levantó el rostro poco a poco, pero no pude distinguirlo, su cabellera cubría gran parte. Pero pude sentir su mirada sobre mí… con esfuerzo abrió un poco la boca y con un murmuro ronco casi ahogado en sus sollozos me dijo:

- Mátame.

Mi cuerpo se paralizó en ese momento, estaba horrorizado. Trate de convencerme de que solo era un maldito sueño, ¡pero todo parecía tan real!

- - Mátame- repitió en tono más fuerte- Termina con esto de una vez…¡¡¡Mátame!!!

Dio un grito de dolor y rabia, ahogado entre la sangre que brotaba entre sus dientes, me desesperé en ese momento, gateé fuera del baño, cerrando la puerta con ambas manos sujetando la manija, con los brazos colgados, apoye el rostro en ellos y empecé a gritar de desesperación, quería que todo terminara de una vez.
Las nauseas crecieron abruptamente, y termine botando mi alma en el suelo.

Daba jadeos de cansancio y terror, envuelto totalmente en puro miedo. Entonces, después de un momento… la mujer empezó a emitir, ese canto melodioso… que antes me parecía tan dulce, pero ahora… me parecía tan perturbador e insano. Quería callarla, su voz resonaba en mi cabeza, me desesperaba aun más. Me puse de pie y caminé hacia ella, a paso rápido… entonces fui parado inmediatamente, sentí como alguien sostenía mi brazo, fuertemente y no podía moverme.

Mire hacia atrás… y ahí estaba él, ese que me ha estado atormentado desde que lo vi. La cabellera negra, larga y des alborotada, cubriendo sus ojos, esos labios adornados con un arete, sí, era él… la rabia hizo hervir mi sangre, y la desesperación me invadía cada vez más.

- - ¡¡¡¡¿Qué quieres de mí?!!!!- grite a todo pulmón- ¡¡¡¡Déjame en paz!!!! ¡¡¡Déjame ya!!! ¡¡¡Déjame vivir!!!

Su agarre se hizo más fuerte, sentí una punzada realmente dolorosa en el brazo, haciéndome gritar de dolor.

- - ¡¡¡¿Qué quieres?!!! ¡¡¡¡Maldición!!!!

La mujer empezó a acelerar su canto, y empezó a perder la calma, gritando con una voz grave y afilada, tan ensordecedor, tan insoportable. Entonces vi como él empezó a esbozar, lentamente, una sonrisa espeluznante. Fue como si el tiempo se hubiera congelado, todo era ahora silencioso… aterrador. Mi cuerpo volvió a temblar sin control, y lentamente vi como levantaba el otro brazo, apuntándome con un dedo, como respondiendo a mi pregunta.
Un escalofrió recorrió cada pulgada de mi cuerpo… pero este era diferente, sentí como si miles de alfileres desgarraban mi piel, entonces soltó su agarre de mi brazo, y caí al suelo… todo era totalmente oscuro, vacio… silencioso.

Desperté algo agitado, observando la habitación que me rodeaba desesperadamente, mi corazón palpitaba fuertemente que parecía que saldría por mi garganta.

- - Ya despertaste.

Dirigí la vista hacia esa voz, era él… sentado frente mío, con un libro entre sus manos, y… esa sonrisa. Pero jamás había visto una sonrisa tan bella.

- - ¿Alguna pesadilla?- preguntó en tono dulce.

- - Ah… co-como…

- - Se nota en tu cara- dijo entre una pequeña risa.

Vaya que era encantador, jamás lo había visto… ¡así de alegre!, tenía un toque realmente especial, como si iluminara todo a su alrededor… como un efecto de nirvana que te llenaba por dentro.

- - Cuando una de las enfermeras me dijo que… el muchacho que venía a visitarme todos los días- esbozo una pequeña sonrisa- había sido internado aquí- ahora su semblante se puso serio- yo también venia todas las noches, incluso después de que salí del hospital.

No me lo podía creer, ¿por qué nunca lo había visto?... tal vez venia cuando estaba sedado… pero…

- - ¿Por qué?- pregunté sorprendido.

- - No lo sé… supongo porque tú hiciste lo mismo- volvió a esbozar esa bella sonrisa- nunca te lo agradecí…

- - No… no tenías porque hacerlo… gracias.

- - No me lo agradezcas, ya estamos a mano- puso una mano sobre sus labios y abrió los ojos- Ah! Casi lo olvido… tu amigo…

- - ¿Taka?

- - Sí, dijo que no podría llevarte a casa, así que me pidió que yo lo haga.

- - … ¿Taka?...

- - Sí, Takanori- dijo entre risas-

Nunca me sentí tan estúpido, estaba procesando la información lentamente.

- - Entonces… ¿tú me llevaras a casa?

- - Sí, no será problema… ya que vivimos en el mismo edificio…

¡No podía dejar de mirar esa sonrisa tan encantadora!, era realmente hipnotizador. No me di cuenta, cuando ya había salido del hospital y me encontraba en un taxi, sentado al lado suyo.

Había dicho que me visitaba todas las noches, incluso después de haber sido dado de baja… ¿Cuánto tiempo había estado yo internado?

- - Este…

- - ¿Huh?

- - ¿Cuá-Cuánto… tiempo…?

- - Tres semanas, ¿no lo recuerdas?

- - No- dije apenado y confundido.

¿Tres semanas?... ¡¿Había estado tres malditas semanas postrado en una cama?! ¿Tres semanas de la tortura de la misma pesadilla?... esto era realmente… fastidioso. De repente mi cabeza fue envuelta de sonidos e imágenes, las calles vacías… los postes de luz titilantes… corría… escapaba… la bañera…
Inmediatamente recorrí los dedos sobre mi cuello, sentí un leve dolor…. Casi evanescente.

- - Estarás bien- me dijo en tono dulce y suave.

Llegamos al edificio, me sentía como un muñeco de trapo, mis piernas apenas tenían fuerza, seguían algo adormecidas por los sedantes. Caminaba a paso tambaleante, él se dio cuenta de eso y rodeo mi cintura con un brazo, acercándome a él. Nunca sentí latir mi corazón con tanta fuerza… no era por miedo… era otra cosa… que hizo que mis mejillas ardieran en fuego.

- - Apoya tu brazo en mis hombros.

- - ¿Ah?...eh…sí… sí

De alguna manera, me sentía cómodo con él… no esperaba eso, realmente no. Cualquiera tendría pavor si hubiera pasado por lo que yo pasé, pero me sentía realmente cómodo con su presencia y a la vez… me intrigaba, me intrigaba tanto saber de él, descifrar el vacío que expresaban sus ojos, y el dolor que llevaba dentro… me intrigaba, pero por encima de todo estaba dispuesto a averiguar el por qué de lo que me estaba pasando.


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El silencio invadió la sala, el tic tac constante del reloj, resonaba evanescentemente en ella. El muchacho se quedo pensativo, observando el techo, ¿En qué estaría pensando?

- - ¿Lo lograste?- pregunto el hombre, rompiendo el silencio.

- - Oh sí… claro que sí- desvió la vista del techo y se acomodó en la butaca- pero no puedo adelantarme de la historia… veras… tuve que pasar por un largo camino.

- - ¿Valió la pena?

- - En parte… sí, encontré a alguien…

- - ¿A quién?

- - A alguien que se hizo muy esencial en mi vida- esbozo una sonrisa- creo que ya sabe quien

- - Creo tener una idea. ¿Y qué me dice del sueño? Una pesadilla repetitiva puede ser signo de varias cosas, una de ellas…

- - El sueño tiene mucha relevancia- dijo el muchacho en voz severa- tal vez le parezca que no es así, pero sí lo tiene. No solo por el hecho de ser aterrador, pero también por lo que descubriría después, poco a poco.

El aire se volvió denso por un instante, sintió una fría brisa recorrer su cuerpo. Pudo ver como una de las lámparas titileo, solo un segundo, pero lo vio, entonces volvió a dirigir la vista hacia el muchacho, mantenía su semblante neutro.

- - Como le decía, tuve que pasar por un largo, largo camino.

Algo en su voz le hizo dar escalofríos.

- - Pero déjeme continuar, debo ir paso por paso, tal y como ocurrieron las cosas.

- - Claro… continúe- dijo en un murmullo casi audible.

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