martes, 5 de abril de 2011

Capitulo 5 (Re-edición)

Esos ojos… ¿Qué expresaban realmente?, completamente misteriosos… esos ojos tan negros como el ébano, esa mirada tan afilada y melancólica a la vez, te atrapaba en un instante y parecía congelar el tiempo, parecía envolverte en nada más que intriga… ¿Por qué no podía descifrar lo que expresaba?

- Me tengo que ir.

Rompió el contacto visual en el que habíamos estado por un buen tiempo, antes de que diera un paso hacia la puerta, sostuve firmemente su brazo.

- No me dejes, por favor- le supliqué.

No quería estar solo, tenía miedo… mucho miedo de estar solo. De algo estaba totalmente seguro: Había algo ahí y quería hacerme daño, lo sabía, y también sabía que no se atrevería a hacer nada si no estaba solo… ¿verdad?

Pero aun no lograba entender por qué me sentía tan seguro a su lado.

- Está bien- su voz era tan amable, y esa sonrisa… que bella era realmente.

Parecía alguien de lo más normal a simple vista, alguien que llevara una vida tranquila. Pero había algo en él… algo que hacía que me desespere en averiguarlo, algo que trataba de esconder detrás de esos ojos, si tan solo pudiera descifrar esa mascara tan misteriosa que siempre llevaba puesta, si tan solo supiera que era lo que me estaba pasando… todos esos sucesos me habían dejado atormentado y sin embargo… el posible causante que estaba frente a mí, con esa sonrisa tan hermosa, parecía que no hubiera pasado nada. Tal vez él no era el causante… tal vez era como yo, una víctima. ¿Pero de qué?

- Gracias- dijo en tono suave y algo confundido, extendiéndome el libro que le había llevado hace días, cuando él estaba en el hospital.

- Kouyou-tome el libro en mis manos- Mi nombre es Kouyou.

- Muchas gracias, Kouyou- ¡vaya que encantador era escuchar mi nombre salir de esos labios!

- Puedes llamarme Shima, no hay por qué ser formal.

- Shima…- dijo en un susurro, algo pensativo, con la vista al techo… era algo fascinante- entonces tú puedes llamarme Yuu.

Ese nombre revoloteaba en mi cabeza todo el tiempo, desde el momento en que lo escuché, de alguna manera… nunca me cansaba de ese nombre, me gustaba, era simple y sutil. Pero al igual que todo, me intrigaba, realmente quería saber todo sobre él… tal vez así podía encontrar la respuesta a mi problema.

- - - No tienes agradecer nada, Yuu. Más bien yo te agradezco, por traerme y no dejarme solo.

- - - No hay problema- dijo sacudiendo levemente su cabeza.

- - - Siéntate ahí en el sofá- señale con la mano- yo iré a cambiarme estas ropas… huelen a medicina.

Me dirigí hacia mi habitación, tire a un lado mi remera, ese olor a medicina era horrible, hacia arder mi nariz. Entonces sentí un dolor algo punzante en el cuello, apenas lo toque con los dedos, daba una punzada de dolor. Me observé en el espejo del baño… tenía una marca purpura y verde alrededor del cuello, pero no era una marca delgada como una línea. Se extendía por casi todo el cuello, de la garganta hasta la clavícula, tan solo verla me causaba más dolor… realmente tardaría en desaparecer.

Pero entonces note otra marca, totalmente diferente, en el brazo derecho cerca a la muñeca. En el dorso se notaban claramente cuatro líneas, no muy delgadas, pero se asemejaban a cuatro dedos y la marca se extendía hacia el anverso y terminaba en una línea más corta.
Era claramente la marca de una mano, era de un color rojo oscuro… casi café. Pero al tocarla con mis dedos, no dolía, era como si fuera parte de mi piel. Trate de lavarla desesperadamente, pero seguía ahí, con ese mismo color intenso.

¿Pero cómo había aparecido ahí?

Por alguna razón, recordé inmediatamente la pesadilla que me había estado persiguiendo todos esos días en el hospital, las imágenes se repetían una y otra vez en mi cabeza, como escapaba en los pasillos, la oscuridad, esa melodía, ese olor metálico de la sangre, la mujer y sus gritos… cuando él me tomo por el brazo.

Puede que parezca imposible y no lo quería creer, pero no había otra explicación, era el exacto lugar por el que me tomo el brazo y apretó su agarre dolorosamente. ¿Ahora me lastimaba hasta en los sueños? ¡Ni siquiera podía tener un momento de paz!

Sentía ganas de llorar y gritar de furia al mismo tiempo, pero de pronto, lo volví a escuchar… otra vez, ese gruñido que hacía que un desgarrador escalofrió recorriera mi cuello, cerré fuertemente los ojos por el dolor. Escuché las pesadas y lentas pisadas que resonaban en el baño, acercándose a mí. Mi cuerpo estaba paralizado ahí, no quería abrir los ojos y encontrarme otra vez con él, podía sentir como los fuertes latidos de mi corazón se desesperaban cada vez más, haciendo que respire fuertemente como si hubiera corrido por horas.

Sentí algo realmente frio que recorría mi espalda, haciendo que se levantara piel de gallina por cada poro mío, lentamente recorría por el medio, en la espina dorsal, y luego recorría mis hombros, hizo cierta presión, como si alguien estuviera sosteniéndome por los hombros. Volví a escuchar ese gruñido, pero estaba tan cerca, como si prácticamente hubiera gruñido en mi oído, y sentí una fría brisa en mi rostro… era tan fría, como el hielo. Y entre mi agitada respiración, escuché otra que se me mezclaba con la mía, pero era como un fuerte suspiro enojado y volví a sentir otra fría brisa, pero esta fue más fuerte y llevó unos cuantos mechones de cabello hacia un lado de mi rostro, la presión que hacía en mis hombros se volvía más fuerte.

No sentía miedo, era más que eso, horror. Estaba horrorizado, sentía como si fuertes y largos brazos acorralaban mi cuerpo y lo sostenían con tanta fuerza que mi respiración iba perdiendo fuerza, pero el palpitar de mi corazón era más fuerte aun, parecía como si estuviera en mi garganta.

De repente, el sonido agudo del timbre, resonó en todo el lugar e inmediatamente sentí como mi cuerpo quedaba liberado, sentí tanto alivio cuando volvió a sonar el timbre. Salí corriendo del baño y de la habitación hasta la puerta principal, con las piernas temblando, al abrirla… ahí se encontraba Taka, con una gran sonrisa, se abalanzó hacia mí abrazándome.

- ¡Eres un idiota! ¿Lo sabías? –me reprochó.

- Yo también me alegro de verte Taka.

Soltó su abrazo y me observó algo confundido, desvió la vista hacia un lado y con los ojos abiertos y sorprendidos volvió su vista hacia mí.

- Lo siento, no sabía que interrumpía.

- ¿Huh?- observe detrás mío a Yuu con las mejillas ruborizadas, entonces me di cuenta de que seguía con el torso desnudo- ¡No seas idiota!.

- Hahaha, ya tonto, ponte algo, estas temblando.

- ¿Qué trajiste?- pregunte señalando a la bolsa de papel que estaba a sus pies.

- ¡Comida!, obviamente, debes comer algo… estas algo pálido, ahora déjame pasar no pienso quedarme aquí parado.

- Lo siento, pasa.

- Iré a poner esto en la cocina, ve a ponerte algo, ¿Quieres?

- Sí mamá.

Siempre se preocupo por mí, yo lo adoraba como a un hermano, siempre fuimos él y yo. Me había enseñado lo importante que es dar y recibir, y yo había sido tan afortunado de tener un amigo incondicional como él. A pesar de ser pequeño en estatura, era realmente fuerte e intimidante cuando quería, pero yo conocía ese corazón tan noble que él tenía.

Estaba casi seguro, de que Taka había ahuyentado a lo que me estaba atormentando, porque siempre que él aparecía, esa cosa se iba. Estaba casi seguro de que Taka nunca lo vería, de que sería inmune a él.
Pero que equivocado estaba.

- Gracias por traerlo, tuve que terminar un trabajo porque lo tenía que entregar hoy.

- No hay de que, no fue ninguna molestia.

- ¿En serio? Shima es un fastidioso con todos, ¡tal vez le caíste muy bien!- dijo con una sonrisa.

- ¡Oye Taka!- dije entrando a la cocina- ¡yo no soy fastidioso!

- Esa es tu opinión amigo mío- dijo en tono arrogante.

- Idiota… ¿Qué se supone que harás con eso?- señale a la comida que estaba sobre el mesón.

- Lo cocinare, tengo hambre, así que ustedes dos váyanse a otro lado, o no podré concentrarme.

- No necesitas concentrarte para cocinar.

- Fuera- su expresión era seria.

- Más te vale que sea algo comestible esta vez- dije en tono burlón saliendo de la cocina.

Mis piernas aun seguían temblando, apenas podía mantenerme de pie. Tambaleándome me dirigí al sofá y me desparrame sobre él, no podía dejar de mirar esa marca que tenía en el brazo… ¿Realmente no desaparecería?, esto era irritante… pero ¿Por qué dejo esa marca? ¡¿Qué quería realmente de mí?! Si no obtenía las respuestas que quería, me volvería loco… o tal vez ya estaba loco.

- ¿Estás bien?- Yuu se sentaba en el sofá frente mío.

- No sé, estoy algo cansado tal vez- me acomode en el sofá- ¿Yuu?

- ¿Hm?

- ¿Aun… aun sigues escuchando las voces?- el cambio de su semblante me hizo arrepentir de haber preguntado- perdón…

- Esta bien, no me molesta- se puso algo pensativo- ya no escucho voces… pero aun sigo escuchando una- dijo en un murmullo evanescente- y es algo raro… siempre es la misma.

- ¿A qué te refieres?

Me observó con los ojos algo dudosos, tímidos. Era obvio que no confiaba en mí en ese momento, acabábamos de conocernos, pero estaba intrigado y nunca me sentí tan curioso, pero sabía que él podría tener las respuestas que yo quería.

- ¿A qué te refieres?- insistí.

Desvió la vista a un lado, evitándome. Pero vi como su cuerpo se puso algo tenso y su semblante se mostraba algo preocupado… algo asustado.

- Mi propia voz.

- Tal vez… son tus pensamientos…

- No- dijo inmediatamente, volviendo a levantar la vista- es más sombría que la voz de tus pensamientos, pero sé que es mi voz.

- ¿Qué es lo que te dice?

Se quedo tieso, con la mirada asombrada, observando al vacio. Era algo extraño, pero me parecía algo fascinante, en una torcida y jodida manera… él me parecía fascinante.

- Cosas… cosas que…- su voz era tan leve que apenas la podía escuchar- no quiero… no quiero escuchar.

El ruido estruendoso de platillos caer al suelo resonó en todo el apartamento, y un grito ahogado… Takanori.
Corrí hacia la cocina, al entrar los pedazos de platos rotos estaban esparcidos en el suelo, busque a Taka desesperadamente. Escuché unos leves sollozos detrás del mesón, ahí estaba, encogido de rodillas y su rostro apoyado en ellas.

- ¿Taka que paso?- me puse de cuclillas frente a él, pose una mano en su hombro. Me observo horrorizado y se alejo de mí- ¿Pero qué te pasa?

Trate de acercarme a él, pero me seguía evitando. Nunca olvidare el rostro horrorizado de Taka, su respiración agitada y asustada, todo su cuerpo estaba temblando… pero su expresión, parecía fuera de sí. ¿Qué había pasado?

- ¡Taka basta!- lo tome por el rostro con ambas manos, cerró los ojos fuertemente y dio un grito realmente ensordecedor- ¡basta!- tuve que darle un golpe fuerte en rostro- Taka mírame- volví a tomarlo por el rostro desesperadamente, pestañeo un poco suavizando el rostro y unas cuantas lagrimas empezaron a brotar de sus ojos.

- Shima… - dijo en susurro, abrazándome fuertemente.

- Tranquilo- dije lo más calmado posible- ¿Qué paso?

- Fue ho-horrible- dijo entre sollozos.

- Ven, levántate- lo aferre más a mí y nos levantamos del suelo.

- ¿Qué paso?- dijo Yuu entrando a la cocina. Taka al escuchar su voz, se puso nervioso y apretó con fuerza su abrazo, cerrando los ojos y enterrando su rostro en mi pecho… entonces lo comprendí.

- Na-nada solo… se resbalo, nada más- dije lo más convincente que pude.

- Siento tener que dejarlos- observó el reloj de la pared- pero debo irme.

- No te preocupes. Gracias… por todo.

- Permiso- dijo marchándose a paso rápido.

Al escuchar que cerraba la puerta principal, Taka suavizo más su agarre. Lo sabía, él lo había visto también…

- Ya se fue Taka- lo tomé por los hombros y limpié con una mano las lagrimas que humedecían su rostro- ¿Lo viste… verdad?

Asintió levemente con la cabeza. Sé que esto suena algo egoísta… pero me alegre tanto que lo haya visto él también, no me sentía como un loco y desquiciado que estaba alucinando cosas, ¡lo había visto!, alguien más parte de mí. Era realmente aliviador.

- ¿Qué viste?

- Yo…-desvió la vista a un lado y se mordió los labios- Te lo diré, pero… primero debemos hablar de ti.

- Pero…

- Lo prometiste.

- Está bien- dije en un suspiro.

Había estado evitando hablar de eso con Taka, pero estaba más preocupado por mí que cualquier otra cosa, era lo justo. Tal como te lo conté a ti, se lo conté a él. Desde que lo vi en la cafetería, y todos los atormentadores sucesos. Pero a medida que avanzaba con mi historia, el alivio que sentía porque Taka lo había visto se fue esfumando… ahora estaba realmente preocupado por él. ¿Y si trataba de lastimarlo? ¿Si le pasaba algo malo?... creo que nunca me lo podría perdonar por no haberlo protegido.
Vi como él estaba completamente horrorizado por lo que me había pasado, no podría culparlo.

Jamás le desearía a nadie todo lo que pase. Es simplemente horrible… el ser objeto de caza de algo que va más allá de todo lo que creías posible… de algo que no podrías detenerlo… de algo que a costa de todo, iba a lastimarte. Pero prefería ser lastimado, a ver como lastimaba a mis seres queridos.

Lo que más me desesperaba, era el no saber por qué, el no saber que era… que quería de mí. Vivir cada día atormentado por eso… no se lo desearía a nadie.

- Debiste habérmelo dicho antes- dijo algo severo.

- Lo siento.

- Lo bueno, es que ahora lo sé, no te dejare solo en esto Shima…- dio un suspiro- si no lo hubiera visto con mis propios ojos…

- ¿No me hubieras creído?

- Tal vez no… no lo sé, pero sí te creo Shima. Yo también lo vi... era él, o era algo parecido a él.

- ¿Entonces realmente viste a esa cosa?

- Sí, era como… como una versión escalofriante de él, estaba observándome a lo lejos… su presencia era como… no lo sé… algo que te dejaba paralizado, fue horrible. Pero cuando se acerco a mí, no sé cómo… no sé… pude mover mi cuerpo y tire los platos hacia él, me escondí- hizo una pausa inmediatamente, su rostro se notaba algo dudoso. Estaba ocultando algo.- y desapareció cuando entraste.

No sabía si dudar o no, sonaba algo convincente, pero su expresión ocultaba algo. ¿Por qué lo hacía? ¿Qué estaba ocultando en sus palabras?

- ¿Por qué estabas tan pasmado cuando entre?

- No lo sé, fue horrible, ¿de acuerdo? ¿Cómo querías que reaccione?

- Lo siento.

- Tal vez fue tu cara fea que me asusto- dijo algo burlón.

- ¡Que gracioso!... ahora hablando seriamente, te quedaras conmigo hoy, ¿Está bien?

- Se supone que yo soy el que debe cuidarte Shima.

- Bueno… igual no quiero que te pase algo…

- No pasara nada, tengo una mejor idea. Ven a mi apartamento, ahí no hay espíritus malignos que se parecen a tus vecinos.

- Eres tan gracioso.

- Sabes que es verdad.

- ¡Ya bueno!, iré contigo.

A pesar de todo, sabía que siempre podía contar con él. Hay personas por las que darías tu propia vida, ¿verdad?, esas personas que son como parte de tu vida, darías todo para proteger y no perder esa parte de tu corazón. ¿Pero qué pasaría si te lo arrebataran?, en el momento menos pensado… ¿Qué pasaría si no hubieras podido hacer algo para protegerlo? ¿Qué pasaría si algo más grande que la vida y la muerte, te impediría salvar a los que más quieres?... sentirías como si hubieras fallado y traicionado a todo lo que es importante para ti, sentirías que no vales nada en absoluto, que eres un inútil y nunca mereciste a alguien querido en tu vida, ¿verdad?

- ¡- Tu cama es lo suficientemente grande para los dos!

- - No me interesa, tú duermes en el sofá-cama.

- - ¡No!- me tire sobre su cama- yo quiero dormir aquí.

- - Ni lo sueñes.

- - Ya lo estoy soñando, es tan suave.

- - ¡Shima!

- - Hahaha, por favor, ¿si?

- - Ay-suspiro- bueno, ya ni modo… ahora sal de ahí, vamos a salir.

- - ¿Ahora?

- - Sí, estuve pensando en el camino aquí… me acordé que conozco a alguien… alguien que quizás pueda… explicar- su voz se puso algo nerviosa.

- - Entiendo.

Tuvimos que tomar dos buses a ese lugar, ya había anochecido mientras aun seguíamos camino a ese extraño lugar. Las calles eran algo oscuras, no había muchos postes de luz que la iluminaran bien, el frio de esa brisa otoñal me hacia tiritar sin control, era un lugar algo sombrío. Caminamos entre angostas calles oscuras, llenas de bares de mala muerte y locales que olían a incienso de un amargo y horrible olor.

- ¿Cómo mierda conoces este lugar tan horrible?

- Cállate y camina.

- Mmm… Taka pervertido, ¿Qué habrás hecho en estos lugares?

- ¡No seas idiota!, no es mi culpa que él viva aquí.

- Uhhh ¿él? ¿Quién él?

- Shima, la patada que te vas a ganar si no te callas.

- Ya, ya lo siento.

Nos adentramos en un callejón, olía a humedad y basura, realmente apestoso. Al final del callejón, había una puerta, vieja de color verde pino, a lado había una pequeña campanita con una pita colgada de ella para tocarla.

- - Me siento algo estúpido… ¿no tiene algún timbre o algo?

- - Shima.

- - Ya sé, ya sé, me callo.

Jaló de la pita de la campana, y pocos segundos después se abrió la puerta.

Al otro lado de la puerta se encontraba una muchacha de baja estatura. Su piel era de un color rosa pálido delicado, a simple viste se notaba que su piel era tersa y lisa, tenia los labios delgados y curveados, la cabellera espesa, larga, lisa de color azabache, que caía hasta la cintura. Pero tenía rasgos occidentales, su nariz larga y algo respingada, sus ojos grandes y de color turquesa le daban una apariencia realmente extraña.

- ¡¿Taka?!

- Hola Sayuri, tanto tiempo.

- ¡¿Tanto tiempo?!- se abalanzó sobre él, abrazándolo fuertemente- ¡eres un ingrato! ¡Ya no viniste a visitar en siglos!

- Lo siento estuve ocupado.

- ¡Aki se alegrará tanto de verte!- soltó su abrazo de Takanori y me observó algo confundida.

- Ah… Sayuri, él es Kouyou mi amigo.

- Mucho gusto- estrecho enérgicamente su mano con la mía.

- Sí… mucho gusto.

- Pasen, pasen.

A pesar de ser un lugar pequeño, era realmente acogedor, el piso de madera combinaba muy bien con las luces amarillas de las lámparas.

- Esperen ahí, iré a llamar a Akira.

- Ok.

Después de pocos minutos, apareció un muchacho aun más extraño. Era de alta estatura, de figura delgada pero fuerte, su cabello peinado con puntas hacia arriba y de color rubio, algo mal teñido, pero le sentaba muy bien, lo que más llamaba la atención era la banda blanca que cubría su nariz… era muy extraño. Al observarlo detenidamente, noté claramente, uno de sus ojos era de otro color… parecía como si le hubiesen quitado el color, era de un celeste a un punto casi blanco, le daba un toque algo intimidante, parecía como si hubiera perdido vida.

- Vaya, tuve el presentimiento de que vendrías hoy- su voz era aguda y afinada.

- ¿Por qué no me sorprende eso?

- Parece que me entretendrás hoy, ¿Realmente crees que puedo hacerlo?

- No hables como si hubieses leído mi mente, sabes que odio eso.

- Hahaha, ¡lo siento!, pero hay algo que me intriga… dime querido amigo… ¿En qué puedo ayudarte?

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