miércoles, 13 de abril de 2011

Capitulo 8 (Re-edición)

No había necesidad de hablar, solo bastaba con mirarse el uno al otro profundamente, como si ambos pudieran leer el pensamiento del otro con tan solo mirarlo a los ojos. No, no había necesidad de hablar, no había noción del tiempo. Fue una extraña conexión, que hacia que el palpitar de sus corazones acelere de una manera agradable, que hacía que todo el mundo desaparezca y solo quedaran ellos dos.

Él estaba maravillado, totalmente fascinado por como ese muchacho de misteriosa mirada, le había mostrado parte de su corazón, parte de lo que en realidad ocultaba esa coraza en la que se escondía. Una sonrisa verdadera y llena de cariño, una mirada resplandeciente anhelante de amor.

Pero había algo más, él lo sabia, había algo más que trataba de ocultar… tal vez con el tiempo pueda ver todo lo que es él en realidad, y solo lo iba a conseguir ganando su confianza y su cariño.

No importaba cuan pequeño hubiera sido el granito de arena que le hubiera entregado, él estaba feliz ahora. Nada importaba, solo él… solo Yuu.

- -¿Qué es lo que tratas de ocultar en tu corazón? –preguntó posando una mano sobre su pecho, en un susurro sólo para él.

-- No lo sé… -respondió dejando de sonreír poco a poco.

- - ¿Por qué no dejas que vea que hay detrás de esos misteriosos ojos? –esta vez acarició con delicadeza su rostro.

- No lo sé… -una pequeña lagrima recorrió su rostro.

- No sabes mentir –con sus dedos limpió el rastro que había dejado aquella lagrima -¿Es tanto el dolor que tratas de ocultar?

- Sí –respondió en un susurro evanescente cerrando los ojos.

- No deberías tratar de ocultar lo que llevas dentro, a veces… a veces es bueno confiar en los demás.

- No puedo –murmuró con cierto dolor en su voz.

- Sí puedes –con ambas manos tomó su rostro, acercándolo a él –puedes confiar en mí.

Trató de encontrar algún indicio de falsedad en sus palabras. Pero no encontraba nada más que pura sinceridad. ¿Por qué se empeñaba tanto en preocuparse por él? ¿Por qué se empeñaba en descubrir lo que tantos años había sobrellevado?... ¿Por qué sentía tanto cariño por aquel muchacho de ojos tan vívidos como los rayos de sol?

Volvió a sonreírle, una sonrisa agradecida y verdadera, por alguna extraña razón sentía como si algo le llenara por dentro, algo cálido, tan agradable… algo que jamás había sentido antes, y al parecer el causante de eso era ese castaño.
Tal vez después de todo sí podía confiar en él, le había hecho sentir protegido… le había hecho sentir querido.

No dejaba de mirar esos ojos, eran realmente hermosos, de un color que le hacia recuerdo a un collar de ámbar, cobrizos e intensos que le llenaban de una rara pero apacible sensación al verlos, eran como el reflejo de aquel noble corazón suyo. Sincero, puro y lleno de afecto. Era como si alguien allá arriba le hubiera mandado el ser más perfecto para protegerlo.

-Podría enamorarme de ti aquí mismo, en este preciso momento –rodeó sus brazos alrededor de su cintura –pero tengo miedo –murmuró evanescentemente.

-No tengas miedo Yuu –acariciaba su rostro con delicadeza, sorprendido por lo que decía -¿Confías en mí?... esta bien si no lo haces, pero no me iré… nunca.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo, siempre estaré a tu lado.

Junto sus labios en un beso, que poco a poco fue tomando un compás tenue pero cargado de gran sentimiento. Sus lenguas se rozaban entre sí en un vaivén suave, ambos degustando el embriagante sabor del otro.

No necesitaba perder su tiempo en cuestionar sus actos o sus palabras, él sabia cuan sincero era Kouyou, no necesitaba más prueba que mirar lo que expresaban sus ojos.
Se separó del beso lentamente e hizo su abrazo más fuerte, observándolo a los ojos. Tan hermosos, tan vívidos.

-Sí, confió en ti –dijo en tono alegre con una sonrisa –más que a nadie.

Sonrió ampliamente, acariciando su rostro, acercó sus labios a su frente y le dio un delicado beso.


.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.


"Podría enamorarme de ti aquí mismo, en este preciso momento."


Nunca olvidaré esas palabras, nunca olvidaré esa mirada, nunca olvidaré esa sonrisa y jamás olvidaré esos labios.

Lo que sentía ese momento es algo… casi indescriptible, algo que no había sentido antes, como si en cualquier momento podría… volar.

"Sí, confió en ti."

Sabia cuan sincero era, realmente confiaba en mi y eso me hacia tremendamente feliz. No lo conocía bien, no sabia nada sobre su vida, solo había visto como era atormentado por ese ser que siempre estaba con él.

Así es, era prácticamente desconocido para mi… pero eso no importaba, yo también era un desconocido para él, sin embargo algo en mi comenzaba a crecer cada instante que pasaba a su lado, a parte de la intriga y el deseo de protegerlo.

Comenzaba a quererlo, un cariño que jamás sentí por nadie, una extraña conexión… podía sentirla con tan solo mirarlo a los ojos.

Podría enamorarme de él.


.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.


Paró de hablar, su semblante serio cambio por uno reflejante de cierto amartelo, esbozando una leve sonrisa.

-¿Se enamoró de él? –preguntó algo curioso.

- -Completamente –respondió el muchacho levantando la vista hacia aquel hombre.

-Ya veo, decidió seguir a su corazón.

-Era inevitable, aunque él pocas veces dejaba ver ese lado suyo, ese lado que solo yo llegué a conocer.

-¿Qué paso con su doble?

-Oh bueno, aun queda mucho antes de terminar, las cosas recién iban a ponerse realmente complicadas –dijo volviendo a cambiar de semblante y desviando la vista, esta vez reflejaba algo de tristeza.

El hombre cambio de posición sobre su butaca, acomodando sus piernas y observando su reloj. Once de la noche
Dio un evanescente suspiro, las horas parecían pasar a un compás tan lento, como si estuvieran dándole al muchacho el tiempo suficiente, él sabia que era única vez que vería a ese castaño, pero a medida que avanzaba en su historia, no podía evitar sentir escalofríos y como envolvían su cuerpo.

Tenía un mal presentimiento.


.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.


La mañana siguiente, al despertar, me encontré con su plácido rostro, durmiendo tan apaciblemente, era realmente hermoso, su piel tan sedosa y delicada al igual que sus labios. No quería despertarlo, me quedé observándolo por largo tiempo. Memorizando cada pequeño detalle de su rostro, plasmándolo en mi memoria.

Me levanté de la cama sigilosamente, de la ventana de la habitación se mostraba un gran manto blanco de nieve que cubría la ciudad, pero eso no pararía el ajetreo del día, las calles ya casi habían sido limpiadas, aun así todo se veía encantador y me quedé observando por la ventana, y en lo único que podía pensar era en lo que había pasado la noche anterior, al principio no podía creerlo… era demasiado extraño y bueno para ser verdad, pero él estaba ahí… ahí conmigo, durmiendo como un bebe.

¿Qué iba a pasar ahora? ¿Podría al fin saber el significado de todo lo que había estado pasando?... ¿Podría al fin descubrir el gran misterio que él trataba de ocultar?

Comprendí que las cosas no iban a ser tan fáciles, la realidad estaba volviendo y la realidad era incierta, no sabia que hacer ni que pensar, lo había atraído más hacia mí sin importarme lo que Akira haya dicho.

"Porque… terminarías lastimado… tú y todos alrededor tuyo."

¿Realmente hablaba en serio? Me parecía imposible que alguien como Yuu lastimaría a alguien, era él la victima y yo estaba dispuesto a ayudarle.

Antes de dirigirme al trabajo, deje una nota sobre la mesilla de noche para Yuu, indicándole donde encontrar comida y que podía quedarse ahí el tiempo que él quisiera. No pude despertarlo, me era imposible interrumpir aquel sueño.

Pero algo paso justo antes de salir del apartamento, algo que jamás olvidare… algo tan perturbador que jamás se borro de mis recuerdos, aun lo recuerdo, tan claro como lo vi ese día.

Justo antes de abrir la puerta, escuche un leve y casi evanescente sollozar, en ese instante un escalofrió impidió que reaccionara, erizando mis poros. Lo volví a escuchar, parecía provenir de la cocina, no reaccioné y el sollozo se volvió un poco más audible.

Mi corazón empezó a palpitar con fuerza, parecía un compás acelerado pero pesado al mismo tiempo, con las piernas temblorosas me dirigí a la cocina y empujé lentamente la puerta.

Estaba sentado en el suelo, en medio de la cocina, con el rostro escondido entre sus rodillas y sus brazos abrazando sus piernas, lo reconocí al instante. Era Takanori.

-¿Taka? –me acerque a él, poniéndome de cuclillas -¿Hace cuánto que estas aquí?

No respondía, seguía sollozando, ocultado su rostro en sus rodillas, su cuerpo temblaba un poco, estaba comenzando a preocuparme. Supuse que entró con la copia de llaves que él tiene, pero… ¿Por qué estaba así?

-Taka dime que pasa, por favor –sobé uno de sus hombros.

Lentamente levantó el rostro, estaba realmente cansado, sus ojeras notablemente marcadas, sus ojos rojos y algo hinchados, como si hubiera llorado por horas. Nunca lo había visto así de mal… traté de mantener mi compostura y no desmoronarme, era abrumador verlo así y más aun no saber qué estaba pasando, era más que obvio que había pasado algo terrible.

-Shima…- su voz parecía quebrarse con el aire.

Empezó a sollozar fuertemente, lanzándose en mis brazos. Ahora estaba más que preocupado, algo andaba mal, realmente mal y me partía el corazón a cada segundo que pasaba. Paso un largo tiempo para que todo quedara en silencio, aun seguía abrazándolo, conteniendo las lagrimas con todo el esfuerzo que pude.

-Taka si no me dices ahora mismo que esta pasando, juro que colapsare.

Se separó del abrazo, y levanto la vista hacia mí… esbozando una leve, dolorosa sonrisa. Sentí como si en cualquier momento él iba desaparecer, como si en cualquier momento se iría… lejos… muy lejos.

Levantó lentamente una mano y acarició mi rostro, deslizando su palma. Su tacto era tan frío, su piel tan pálida.

El teléfono comenzó a sonar, di un pequeño salto de susto.

-Voy a contestar –dije caminando hacia el teléfono que no estaba lejos de la cocina, observándolo de reojo

Trataba de no quitar mi vista de él, pero al levantar el teléfono para contestar, desvié la mirada, completamente petrificado por la voz que acababa de oír.

-¡Hey Shima!

Era Takanori… desde el teléfono, no podía comprenderlo, ¡era imposible! Pero esa era su voz, corrí hacia la cocina… él ya no estaba ahí.

Mi cuerpo comenzaba a temblar sin control, el palpitar de mi corazón aumentaba de velocidad. Escuché la voz enojada de Taka desde el teléfono.

-Hola Taka, lo siento… no podía escuchar.

-Pues arregla ese teléfono… ¿Eh? ¿Shima estas bien?

-¿Sí por-por q-que?

- -Te escuchó algo raro… bueno solo llame para decir algo rápido.

-Dime.

-¿Tienes tiempo después del trabajo?... necesito hablar contigo –su voz cambio de tono a uno algo preocupado.

-Eh… sí, claro.

-¿Te parece si nos encontramos afuera de mi apartamento… a eso de las ocho?

-Está bien, estaré ahí.

-¡Gracias!...eh… bueno Shima, nos vemos, un cliente acaba de llegar.

-Ok, nos vemos.

Seguía con el teléfono en mi mano, apoyado en mi oreja… escuchando el pitido de este. ¿Qué acababa de pasar? ¡¿Qué diablos había sido eso?!

No pude concentrarme en el trabajo, esperaba impaciente la hora de irme. Mis piernas no habían dejado de temblar, mi corazón no dejaba de palpitar con cierto ritmo molestoso, un nudo en mi estomago me hizo sentir ansiedad y estaba siendo carcomido por los nervios, no podía pensar claramente. ¿Lo que vi fue imaginación mía?... pero era tan real, ¡yo lo vi! ¡Yo lo sentí!... estaba ahí, tan palpable como algo real. Era todo tan confuso… tan irritante, tan abrumador.

Apenas el reloj marco el final de mi turno, prácticamente volé hacia donde íbamos a encontrarnos. No podía evitar sentir esa ansiedad, esos nervios que nublaban mi mente, algo malo había pasado… era un presentimiento, algo malo…

Al llegar, él ya estaba ahí, parado en el umbral de la puerta principal del edificio donde vivía.

-Taka…- él levanto la vista.

-Shima.

Sonrió… una sonrisa falsa, sus ojos… expresaban tanta tristeza, tanta serenidad y él no podía ocultarlo, estaba triste… estaba mal y yo sentí como mi corazón se hacia añicos.

-¿Qué paso? ¿Algo anda mal? ¿Estas bien Taka? –pregunté desesperado.

-Hey tranquilo, no paso nada malo.

-¿En serio? Taka no me mientas…

-Shima, solo quería hablar –dijo en tono sereno –nada más…

-Oh, bueno… dime.

- - Aquí no, vamos a otro lugar.

El frio era casi insoportable, ya era de noche y estaba comenzando a caer levemente delicados copos de nieve. Aun sentía ese nudo en el estomago que me decía que algo no andaba bien, ambos nos mantuvimos callados mientras caminábamos en las frías calles cubiertas de nieve.

Y él mantenía la vista fija al frente, su semblante parecía no tener expresión alguna… como si no estuviera en si, como si estuviera inerte en sus pensamientos.

Después de poco tiempo de haber caminado, nos encontrábamos en un pequeño parque, el cual se me hacia muy familiar… era el parque donde Taka y yo nos conocimos por primera vez.


.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.


El sol brillaba sutilmente, la hora crepuscular ya había comenzado, sus rayos se reflejaban casi naranjas sobre las nubes, lentamente ocultándose en el azul horizonte.

El aroma de las flores primaverales era dulce y exquisito, él adoraba ese aroma, podía pasar horas y horas memorizando el característico aroma de cada flor, no le gustaba arrancar los pétalos, era impensable para él, los pétalos son lo que le dan más vida a una flor.

Siempre iba a ese parque, era pequeño y simple, pero lo que más adoraba de él, era la diversidad de flores que había, podría pasar el día entero ahí.

Entre aquellas flores, encontró una… la única que se ocultaba detrás de todas esas flores, sus pétalos no eran muy grandes pero tenían una forma extraña, semejante a un corazón, tenían un color violeta, realmente hermoso e intenso, se acerco a ella… tenia un aroma realmente agradable, muy diferente a las otras flores.

Perdió su concentración al escuchar un sollozo, busco con la vista de donde provenía y a lo lejos diviso a alguien oculto entre unos arbustos, se acerco a él.
Era un niño, sentado sobre la tierra, abrazado de sus piernas y escondiendo el rostro entre ellas. Se acerco más a él y se puso de cuclillas frente él.

- ¿Por qué lloras? –pregunto con voz chillona, ladeando la cabeza

El niño froto sus ojos con ambas manos, levanto la vista hacia el otro niño.
Sus ojos estaban rojos de tanto llorar, su rostro sucio y con una raspadura sobre una de sus mejillas.

- Me caí –dijo abrazando otra vez sus piernas.

-¿Te lastimaste mucho?

Su rostro se arrugo para volver a llorar, asintió con la cabeza y le mostro las raspaduras de sus brazos y algunas otras en sus rodillas.

-¡No encuentro a mi mami! –grito entre sus sollozos- y-y-y me caí… du-due-le mu-mu-cho.

-Yo te ayudo a buscar a tu mami –dijo extendiéndole una mano.

Volvió a frotarse los ojos con ambas manos, observándolo con sorpresa, y dudoso le extendió una mano, aquel niño la tomo con una gran sonrisa, ayudándole a ponerse de pie.

-Me llamo Kouyou –le dijo sin dejar de sonreír.

-Yo… soy Takanori.

-Bien Takanori, deja de llorar como niña –dijo secándole las ultimas lagrimas de su rostro- y vamos a buscar a tu mami.

-¡No lloro como niña!- sus mejillas se sonrojaron.

Encontraron a la madre de Takanori, leyendo un libro en una de las bancas al otro lado del parque. Ambos niños se despidieron, Takanori se sentía curioso por aquel niño de una sonrisa que parecía hacer que las cosas brillen más.

Fue ese día que ambos se conocieron, y volvieron a encontrarse seguido en aquel lugar. No tardaron en formar una amistad. Con el tiempo ambos se volvieron grandes amigos y confidentes del otro. Takanori podría haber sido tímido al principio, pero en realidad era una persona de grandes virtudes y talentos, siempre preocupándose por los demás, siempre tan sencillo y noble.

Un amigo incondicional, alguien en quien Kouyou podía confiar, alguien en quien podía contar en cualquier situación, alguien sincero… un ser querido, una parte suya, una gran parte de su corazón.


.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.


Ambos nos sentamos en una de las bancas, nos mantuvimos en silencio por un buen rato. Hasta que Taka dio un leve suspiro.

-¿Recuerdas, Shima? –dijo observándome con una leve sonrisa.

-Sí, ¿Cómo podría olvidar? Fue aquí donde te conocí, te encontré llorando como una niñita –dije en tono burlón, ambos comenzamos a reír.

-Eran buenos tiempos –dijo en tono nostálgico, elevando la vista al cielo.

Ya estaba demasiado preocupado por él, al parecer tenia que ser yo quien le saque las palabras, o explotaría en palabras incoherentes.

-¿De que quieres hablar Taka? Sé que algo no anda bien, lo puedo notar a kilómetros.

Por alguna razón, no me atrevía a contarle lo que vi en la mañana, tal vez solo fue imaginación mía… y no quería preocuparlo más con mis tontos problemas.

-A decir verdad Shima, no lo sé… sólo… sólo sentía la necesidad de hablar –pero podía notar que algo estaba tratando de ocultar.

-¿Sobre que?

-No lo sé, cualquier cosa… como por ejemplo, de esas flores violetas que tanto te gustaban, las que encontraste aquí, ¿recuerdas?

-Las flores de solano… sí, las recuerdo.

-Con el tiempo esa única flor se volvió en todo un enorme arbusto de flores violetas.

El frio iba aumentando cada vez más, pero valió la pena pasar ese frío, después de casi diez minutos de hablar de nuestra infancia, logre hacerle reír. Aunque él estaba actuando de manera extraña, como si tratara de aferrarse desesperadamente a los recuerdos del pasado, pero no mostraba indicios de hablar del por qué de su comportamiento.

-Taka me estoy helando, vamos a otro lugar.

-Muy bien.

Fuimos a una cafetería cerca de aquel lugar, el ambiente era más relajado y tibio.

-¡No lo puedo creer!, Sayuri nunca había hecho algo así por mi –dijo Taka en tono más animado que antes… realmente se estaba comportando de una manera muy extraña.

-Pues… supongo que le caí bien.

-Recuerdo que Akira me dio algo similar…- sonrió de lado- pero tú sabes lo descuidado que soy y creo que lo perdí… y ¿Dónde esta ese collar?

-Me lo saqué y lo guardé.

-¿Eh? ¿Por qué?

Oh bueno, llegamos a esa parte… sin querer tal vez. Pero ahora me sentía más tranquilo por Takanori, no se que le había pasado, hace poco había estado… prácticamente desconectado del mundo y ahora estaba de lo más normal, curioso y burlón como siempre. Algo estaba pasando aquí, pero no sabía que era.

-¡Mentira! –dijo sonriendo.

-Baja la voz Taka y no es mentira, es la verdad.

-Entonces… ¿Yuu vivirá contigo?- pregunto curioso con ojos grandes.

-¡No!... no, es solo… solo le dije que se quede el tiempo que quiere… bueno ni siquiera se lo dije, solo deje una nota y… y tal vez… no-no la leyó.

-Claro –dijo observándome de manera acusadora.

¿Alguna vez sentiste que algo no anda bien, o mejor dicho, sabes que algo no anda bien pero sin embargo no te atreves a indagar el por qué? Yo sabia que algo andaba mal con Takanori, algo dentro de mí me lo gritaba a los oídos, provocaba que mi corazón palpite con tanta fuerza y sienta ese nudo en el estomago, pero no me atreví a presionarlo, sólo trate de conformarme con su simple respuesta “No lo sé”

Que gran error.

-Nos vemos Taka- dije despidiéndome de él.

-Cuídate mucho Shima –algo en su tono de voz hizo que mi cuerpo se paralizara –No te preocupes, todo saldrá bien en cuanto a Yuu. No te preocupes por mí tampoco, solo estoy cansado, estaré bien –sentí como algo presionaba mi corazón- Adiós amigo –se fue caminando lentamente hacia su departamento.

Había algo en ese tono que había usado, no pude articular ni una palabra, me quede petrificado, aun después de verlo marchar.

Proteger a tus seres queridos, ¿verdad? Siempre lo había dicho, que iba a proteger a los que eran parte de mi corazón, parte de mi vida. Protegerlos a toda costa.

Había algo malo perturbando a Takanori, tan malo que él mismo no me lo pudo decir por voluntad propia.

Tal vez él sabía… tal vez él presentía lo que iba a pasar después…

No hay comentarios:

Publicar un comentario