jueves, 12 de septiembre de 2013

Tonos de Gris -Capitulo 1

Capítulo 1 - ¿Quiere que le enseñe los alrededores?

                Me miré en el espejo, frunciendo el ceño de nuevo con frustración. Tratando de meter en camino mi cabello. Debería estar estudiando para mis exámenes finales. ¡¡Maldito seas Akira Suzuki!! Sigo cepillándome el cabello, sin mejorar su estado… Dormí con el cabello mojado… si llego a saber que tenía que hacer esto, me lo hubiera secado, pero no… dormí con el cabello mojado… Espero que quede semi-precentable. Pongo los ojos en blanco con exasperación, y miro al pálido joven con cabello castaño y ojos marrones demasiado grandes para su rostro…  mi reflejo.

             Suzuki es mi compañero de habitación, y ha elegido el día de hoy , de todos los posibles, para sucumbir a la gripe. Por lo tanto no puede asistir a la entrevista que había quedado de hacer, con algún magnate mega-industrial del que jamás he oído hablar, para el periódico escolar. Y me he ofrecido voluntario… bueno, “voluntario”. Tengo aún mucho que estudiar, ensayos por terminar y se supone que tengo que ir a trabajar esta tarde, pero no, hoy voy a conducir doscientos sesenta y cinco kilómetros hacia Tokio para reunirme con el enigmático Gerente General de Gackt international. Como es un benefactor de nuestra universidad y un excepcional empresario, su tiempo es extraordinariamente precioso (por lo menos esta claro que mas que el mío)  pero le ha concedido una entrevista a Akira. Una verdadera oportunidad, me repitió él como mil veces. ¡¡ Malditas sean sus actividades extracurriculares!!

          Akira está envuelto en mantas, bien acurrucado en el sofá.

-Uruha, lo siento. Me tomó mucho conseguir esa entrevista, y costará mucho mas  volver a programarla y ya nos habremos graduado para entonces. Como editor no puedo dejar pasar esta oportunidad. Por favor- me ruega por enésima vez, con su áspera y dolorida voz.

           ¿Cómo lo hace? Incluso enfermo se vé pícaro  y hermoso, con el cabello rubio oxigenado y los ojos brillantes que ahora se ven llorosos y febriles, incluso sin la tan usada band-nose…

-Por supuesto que iré Reita. Regresa a la cama. ¿quieres un termalgin o un paracetamol?
-Con el termalgin será suficiente. Toma estas son las preguntas- me tiende una hoja, y una grabadora-  solo has de presionar en “Rec”, aquí.  Haz notas, lo transcribiré todo.
-No se nada sobre él…-murmuro intentando  suprimir el pánico.
-Las preguntas te ayudaran –me sonríe- ve, no quiero que vuelvas tarde.
-De acuerdo –suspiro-me voy. Regresa a la cama. Te hice algo de sopa, caliéntala luego –le miro.

Solo por Akira sería capaz de hacer esto.

-Lo haré. Buena suerte Uru. Y gracias de nuevo, eres mi salvavidas.

            Recojo la cartera y las llaves de mi moto, sonriéndole irónicamente. Aún no comprendo como me dejé convencer por Reita.  Pero es que él puede convencer a cualquiera de cualquier cosa. Estoy seguro de que será un gran periodista en el futuro. Es elocuente, fuerte , persuasivo, argumentativo, hermoso… y es mi amigo.

           Conduzco sintiendo el viento en la cara, siempre me gustó la velocidad,  y la libertad que se siente cuando le das lo máximo al acelerador. Los kilómetros se desvanecen, y se me olvidan los miedos.
          Cuando llego me encuentro con un alto edificio de esos en los que al mirarlos de cerca sientes que se quebrará tu cuello en cualquier momento. Entro decidido dirigiéndome directamente al vestíbulo de cristal, acero y arenisca blanca. Era intimidante… Detrás del escritorio se encontraba una atractiva secretaria rubia de estas de películas. De estas mujeres imposibles de encontrar por Japón un día cualquiera caminando por al calle.

-Hola vengo a ver al Sr.Okabe. Soy Takashima Kouyou, representando a Akira Suzuki.
-Discúlpeme un momento, Sr.Kouyou.-  Ella enarca una ceja  ligeramente, mientras sigo esperando tímidamente frente a ella.

            Comienzo a pensar que debí de haber le cogido a Reita uno de esos trajes formales de esos con chaquetas a juego que tiene, en lugar de  haber venido con estos pantalones de vinilo blancos que traigo. Coloco mi pelo tras mi oreja esperando que termine de teclear en su ordenador.

-Cierto esperábamos al señor Suzuki. Firme aquí por favor. Use el último ascensor de la derecha. Es el piso 20 – me sonríe, mientras firmo.

            Una vez recibido el pase de seguridad, me dirijo a los ascensores, mientras observo el cartelito de “visitante” que ahora cuelga de mi cuello. Es obvio que no encajo aquí. Veo a dos hombres de seguridad, que están mucho mas inteligentemente vestidos que yo, con sus trajes negros bien confeccionados.

         En el ascensor la cosa no fue muy diferente , una vez arriba me recibió otra mujer rubia igualmente hermosa como la de abajo, que se levanta de su  puesto para saludarme.

-Sr. Kouyou ¿podría esperar aquí, por favor? –señala una zona de sillas de cuero blanco.

          Simplemente asiento y me dirijo a ellas. Veo a través de los cristales veo Tokio… es hermosa la vista de la ciudad desde las alturas. Busco la lista con las preguntas en la cartera, pensando que quizás debería de al menos leérmelas antes de tener que formularlas. Mientras maldecía a Reita por no darme  una corta biografía o algo, ya que yo no se nada sobre este hombre. Él podría tener  noventa o treinta años. No se nada de la persona que pretendo entrevistar… me pongo nervioso por momentos, inquieto, miro alrededor… además nunca me he sentido cómodo con las entrevistas cara a cara, las prefiero en grupo, donde puedo llegar a pasar desapercibido.

          Trato de calmarme, por como es el edificio he de suponer que Okabe ronda los cuarenta. Seguro que es delgado, bronceado y rubio. Como el resto del personal           

        Otra rubia despampanante sale a mi encuentro. Todas parecen clones… Respirando hondo me pongo en pie.

-¿Señorito Kouyou? –pregunta
-Si -sueno con un gallo, me aclaro la garganta y vuelvo a responder- si.
-El Sr. Okabe le verá en un momento ¿Puedo tomar su chaqueta?
-Si, gracias -Me quito la chaqueta con algo de torpeza.
-¿le han ofrecido algo para tomar?
-Mmm~.. no.

   La nueva joven mira mal a la que esta tras el escritorio.

-¿Le gustaría un té, café, agua? –me pregunta.
-un baso de agua. Gracias –murmuro.

La otra joven sale atropelladamente a por el pedido.

-Discúlpenos es nueva. Por favor, siéntese, el Sr. Okabe le verá en cinco minutos.

            La otra regresa con un vaso de agua fría. Le di las gracias , y espere mientras las dos se sentaban tras el mostrador tecleando cada una en un ordenador.
            De la oficina sale un tipo americano bastante atractivo, elegantemente vestido. Definitivamente me he puesto la ropa equivocada.  
            No escucho lo que habla al salir, y lo poco que logro escuchar no lo entiendo, debe de hablar en ingles. Él se da la vuelta, me ve, y sonríe, sus oscuros ojos arrugándose en las esquinas. La nueva ha saltado de su silla y llamado el ascensor. Parece lucirse al saltar de su asiento. ¡Está más nerviosa que yo!

—Buenas tardes, señoritas —dice él mientras sale por la puerta deslizante.
-Buenas tardes John –responden ellas corteses.
—El Sr. Okabe lo verá ahora, Sr. Kouyou. Puede pasar —dice la Rubia Número Dos.

         Me pongo de pie temblorosamente, intentando suprimir mis nervios. Recogiendo mi cartera, abandonando mi vaso de agua y me abro paso hacia la puerta parcialmente abierta.

—No necesita tocar, sólo entre. —Ella sonríe amablemente.

          Empujé la puerta para abrirla y entré a trompicones, tropezándome con mis propios pies y cayendo de cabeza dentro de la oficina.
           ¡Mierda, yo y mis dos pies izquierdos! Estoy sobre manos y rodillas en el umbral de la oficina del Sr. Okabe y amables manos están rodeándome, ayudándome a ponerme de pie. Estoy muerto de la vergüenza, ¡Maldita sea mi torpeza!. Me  armo de valor para levantar la mirada. Y me sorprendo ante lo que veo. Gackt es mas joven de lo que me había imaginado.

-Señorito Suzuki. —Extiende una mano con largos dedos hacia mí una vez estoy de pie—. Soy Satoru Okabe. ¿Se encuentra bien? ¿Le gustaría sentarse?

          Es tan joven…. y atractivo es alto, está vestido con un fino traje gris, camisa blanca, corbata negra, rebelde cabello cobrizo e intensos y brillantes ojos grises que me observan sagazmente. Me toma un momento encontrar mi voz.

—Um... de hecho... —murmuro. Si este tipo está en sus treinta entonces estoy completamente sorprendido.  

         Aturdido, pongo mi mano en la suya y nos damos un apretón. Cuando nuestros dedos se tocan, siento un raro y excitante hormigueo recorriéndome. Aparto mi mano apresuradamente, avergonzado. Parpadeo rápidamente, mis pestañas igualando el ritmo de mi corazón.

- El Sr. Suzuki está indispuesto, así que me envió a mí. Espero que no le moleste, Sr. Okabe.
—¿Y usted es? —Su voz es cálida, posiblemente divertida, pero es difícil saberlo por lo impasible de su expresión. Parece ligeramente interesado, pero más que eso, cortés.
—Takashima Kouyou. Estoy estudiando Literatura Inglesa con Reita, um... Akira... um... el sr.Suzuki, en la Universidad.
—Ya veo —dice simplemente. Creo  que fue  una sonrisa, no estoy muy seguro
—¿Le gustaría tomar asiento? —Me señala el sofá de cuero blanco con forma de “L”.

Observo anonadado unos cuadros al otro lado de la habitación.

—Un artista local. Trouton —dice Gackt cuando atrapa mi mirada.
—Son adorables. Elevan lo ordinario hasta lo extraordinario —murmuro, distraído por él y por las pinturas. Inclina su cabeza hacia un lado y me observa atentamente.
—No podría estar más de acuerdo, Sr. Kouyou  —responde, su voz es suave y por alguna razón inexplicable, me encuentro a mí mismo sonrojándome.

         Fuera de las pinturas, el resto de la oficina es fría, limpia y clínica. Me pregunto si eso refleja la personalidad del Adonis que se hunde con gracia en una de las sillas de cuero blanco frente a mí. Sacudo la cabeza, alterado por la dirección que toman mis pensamientos, y recupero las preguntas de Akira de mi cartera. Después, pongo la mini grabadora y soy tan torpe, que la dejo caer dos veces en la mesa de café enfrente de mí. El Sr. Okabe no dice nada, esperando pacientemente —espero— mientras yo me avergüenzo y me pongo más nervioso. Cuando me armo de valor para mirarlo, él me está observando, una mano relajada contra su regazo y la otra ahuecando su barbilla, deslizando su largo dedo índice a través de sus labios. Creo que está intentando suprimir una sonrisa.

—Lo lamento —tartamudeo—. No estoy acostumbrado a esto.
—Tómese todo el tiempo que necesite, Srto.Kouyou —dice él.
—¿Le molesta si grabo sus respuestas?
- Después de que se ha tomado tantas molestias poniendo la grabadora, ¿me pregunta ahora?

         Me sonrojo. ¿Se está burlando? Eso espero. Parpadeo hacia él, inseguro de qué decir, y creo que le doy lástima porque cede.

—No, no me molesta.
—¿ Akira, quiero decir, el sr. Suzuki, le explicó para qué era la entrevista?
—Sí. Para que aparezca en la publicación de la graduación del periódico escolar dado que seré quien confiera los diplomas en la ceremonia de graduación de este año.

           ¡Oh! Estas son noticias nuevas para mí y estoy temporalmente preocupado por el pensamiento de que alguien no mucho mayor que yo —de acuerdo, quizá seis años o algo así, y bien, megaexitoso, pero aun así— va a entregarme mi diploma. Frunzo el ceño, trayendo mi caprichosa atención de vuelta a la tarea que tengo entre manos.

—Bien. —Trago nerviosamente—. Tengo algunas preguntas, Sr. Okabe. —Acomodo un mechón rebelde de mi cabello tras mi oreja.
—Pensé que las tendría —dice, inexpresivo. Se está riendo de mí. Mis mejillas se calientan al darme cuenta de eso, me enderezo y cuadro los hombros en un intento de verme más alto e intimidante. 
Presionando el botón de grabación en la grabadora, intento lucir profesional.
—Es usted muy joven para haber acumulado un imperio así. ¿A qué le debe su éxito?—Lo miro. Su sonrisa es triste, pero luce vagamente decepcionado.
—Los negocios son siempre sobre las personas, Sr. Kouyou, y soy muy bueno juzgándolas. Sé qué las enoja, qué las hace prosperar y qué no, qué las inspira y cómo incentivarlas. Doy empleo a un equipo excepcional y los recompenso bien. —Hace una pausa y fija una mirada gris en mí—. Mi creencia es conseguir el éxito en cualquier plan que uno tenga, para convertirse uno mismo en el maestro de dicho plan, conocerlo por dentro y por fuera, conocer cada detalle. Trabajo duro, muy duro para hacer eso. Tomo decisiones basadas en la lógica y los hechos. Tengo un instinto natural que puede descubrir y nutrir una buena y sólida idea y a buenas personas. La línea final siempre está reducida a las buenas personas.
—Quizá sólo tiene suerte. —Esto no está en la lista de Akira, pero él es tan arrogante. Sus ojos destellan momentáneamente, sorprendidos.
—No me adhiero a la suerte o a la oportunidad, Sr.Kouyou. Entre más duro trabajo más suerte parezco tener. Realmente se trata de tener a las personas correctas en su equipo y dirigir sus energías adecuadamente. Creo que fue Harvey Firestone quien dijo “El crecimiento y el desarrollo de las personas es la tarea más importante del liderazgo”.
—Suena como un controlador. —Las palabras están fuera de mi boca antes de que pueda detenerlas.
—Oh, practico el control en todas las cosas, Srto. kouyou —dice sin un rastro de humor en su sonrisa. 
Lo miro, y él sostiene mi mirada firmemente, imperturbable. Mi pulso se acelera, y mi cara se sonroja de nuevo.

         ¿Por qué tiene un efecto tan desconcertante en mí? ¿Su abrumadora y atractiva apariencia quizás? ¿La forma en que me mira? ¿La forma en que frota suavemente su dedo índice sobre su labio inferior? Me gustaría que dejara de hacer eso.

—Además, se adquiere un inmenso poder asegurándote a ti mismo en tus fantasías secretas que naciste para controlar las cosas —continúa, su voz suave.
—¿Siente que tiene un inmenso poder? —Controlador.
—Empleo a alrededor de cuarenta mil personas, Srto Kouyou. Eso me da un cierto sentido de responsabilidad... poder, si así prefiere. Si decidiera que ya no estaba interesado en el negocio de las telecomunicaciones y vendo todo, veinte mil personas lucharían para realizar los pagos de su hipoteca después de aproximadamente un mes.

Me quedo boquiabierto. Estoy pasmado por su falta de humildad.

—¿Y no tiene un comité ante el que responder? —pregunto, disgustado.
—Soy el dueño de mi compañía. No tengo que responder ante un comité. —Levanta una ceja hacia mí. Me sonrojo. Por supuesto, sabría esto si hubiera hecho algo de investigación. Pero Dios, es tan arrogante. Cambio de enfoque.
—¿Y tiene intereses fuera de su trabajo?
—Tengo intereses variados, Srto. Kouyou  —El fantasma de una sonrisa llega a sus labios—. Muy variados. —Y por alguna razón, estoy confundido y acalorado por su firme mirada. Sus ojos están encendidos con algún pensamiento impío.
—Pero si trabaja tan duramente, ¿qué hace para relajarse?
—¿Relajarme? —Sonríe, revelando unos perfectos dientes blancos. Dejo de respirar.
Realmente es guapo. Nadie debería ser así de atractivo.
—Bueno, para “relajarme” como usted dice, navego, vuelo, disfruto de varias actividades físicas. —Se mueve en su silla—. Soy un hombre muy rico, Srto. Kouyou, y tengo caros e interesantes pasatiempos.
Echo un rápido vistazo a las preguntas de Akira, queriendo salir de este tema.
—Usted invierte en el sector manufacturero. ¿Por qué en ese específicamente? — pregunto. ¿Por qué me hace sentir tan incómodo?
—Me gusta construir cosas. Me gusta saber cómo funcionan, qué hace que se muevan, cómo construirlas y desmontarlas. Y adoro los barcos. ¿Qué puedo decir?
—Eso suena como su corazón hablando en lugar de la lógica y los hechos.- Su boca hace una mueca y me mira, evaluándome.
—Posiblemente. Aunque hay gente que diría que no tengo corazón.
 —¿Por qué dirían eso?
—Porque me conocen bien. —Sus labios se curvan en una sonrisa torcida.
—¿Dirían sus amigos que es fácil conocerlo? —Y me arrepiento de la pregunta tan pronto como la digo. No está en la lista de Akira.
—Soy una persona muy privada, Srto kouyou. Hago mucho para proteger mi privacidad. No suelo dar entrevistas —termina.
—¿Por qué estuvo de acuerdo en hacer ésta?
—Porque soy benefactor de la Universidad, y a pesar de los intentos, no pude conseguir que el srto. Suzuki me dejara en paz. Acosó y acosó a mi gente de RRPP, y admiro esa clase de tenacidad.
Sé lo tenaz que Reita puede ser. Ese es el por qué estoy sentado aquí retorciéndome incómodamente bajo su penetrante mirada cuando debería estar estudiando para los exámenes.
—También invierte en tecnologías de cultivo. ¿Por qué está interesado en esta área?
—No podemos comer dinero, Srto. Kouyou , y hay demasiada gente en este planeta que no tienen suficiente para comer.
—Eso suena muy filantrópico. ¿Es algo por lo que se siente apasionado? ¿Alimentar a los pobres del mundo?

Se encoge de hombros, muy evasivo.

—Es un negocio astuto —murmura, aunque creo que no está siendo sincero. No tiene sentido... ¿alimentar a los pobres del mundo? No puedo ver los beneficios financieros de esto, sólo la integridad del ideal. Echo un vistazo a la siguiente pregunta, confusa por su actitud.
—¿Tiene una filosofía? Si la tiene, ¿cuál es?
—No tengo una filosofía como tal. Quizás un principio rector, el de Carnegie: “El hombre que adquiere la habilidad para asumir plena posesión de su mente puede tomar posesión de todo lo demás a lo que tiene derecho.” Soy muy singular, tenaz. Me gusta el control: de mí mismo y de aquellos a mí alrededor.
—¿Así que quiere poseer cosas? —Eres un controlador.
—Quiero merecer poseerlas, pero sí, en pocas palabras, lo hago.
 —Suena como el consumidor final.
—Lo soy. —Sonríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos. De nuevo esto no concuerda con alguien que quiere alimentar al mundo, por lo que no puedo evitar pensar que estamos hablando de otra cosa, pero estoy absolutamente desconcertado en cuanto a lo qué es.

         Trago saliva. La temperatura en la habitación está elevándose, o tal vez soy sólo yo. Sólo quiero que esta entrevista termine. Seguramente Akira tiene suficiente material ahora, ¿no? Echo un vistazo a la siguiente pregunta.

—Usted fue adoptado. ¿Hasta qué punto cree que eso afectó su forma de ser? —Oh, esto es personal. Lo miro, esperando que no esté ofendido. Frunce el ceño. No tengo modo de saberlo. Mi interés se ha despertado.— ¿Qué edad tenía cuando fue adoptado?
—Ese es un material de registro público, Srto Kouyou. —Su tono es severo. Me sonrojo, de nuevo. Mierda. Sí, por supuesto: si hubiera sabido que iba a hacer esta entrevista, habría hecho alguna investigación. Avanzo rápidamente.
—Ha tenido que sacrificar una vida en familia por su trabajo.
—Esa no es una pregunta. —Es seco.
—Lo siento. —Me retuerzo, y él me hace sentir como si fuera un niño perdido. Lo intento de nuevo—. ¿Ha tenido que sacrificar una vida en familia por su trabajo?
—Tengo una familia. Tengo un hermano pequeño, una hermana mayor y una madre cariñosa. No estoy interesado en extender mi familia más allá de eso.
—¿Es usted gay, señor ?

         Inhala fuertemente, y me avergüenzo, mortificado. Mierda. ¿Por qué no empleé alguna clase de filtro antes de leer esto directamente? ¿Cómo puedo decirle que sólo estoy leyendo las preguntas? ¡Maldito sea Reita y su curiosidad!

—No Takashima, no lo soy. —Eleva las cejas, un brillo frío en sus ojos. No parece contento.
—Pido disculpas. Está umm... escrito aquí. —Es la primera vez que ha dicho mi nombre. Mi pulso se acelera, y mis mejillas están ardiendo otra vez. Nervioso, pongo mi cabello suelto detrás de la oreja.
Ladea la cabeza hacia un lado.
—¿Estas no son sus propias preguntas? -La sangre se drena de mi cabeza. Oh no.—Esto... no. Akira, el Srto Suzuki, preparó las preguntas.
—¿Son compañeros en el periódico estudiantil? —Oh mierda. No tengo nada que ver con el periódico estudiantil. Es su actividad extracurricular, no la mía. Mi cara está en llamas.
—No. Es mi compañero de habitación. -Se frota el mentón en silenciosa deliberación, sus ojos grises evaluándome.
—¿Te ofreciste voluntario para hacer esta entrevista? —pregunta, su voz mortalmente tranquila.
Espera, ¿Quién se supone que está entrevistando a quién? Sus ojos me queman, y estoy obligado a contestar la verdad.
—Estaba obligado. Él no está bien. —Mi voz es débil y apenada.
—Eso explica muchas cosas -Llaman a la puerta, y la Rubia Número Dos entra.
—Señor Gackt, perdóneme por interrumpir, pero su siguiente reunión es en dos minutos.
—No hemos terminado aquí, Angelina. Por favor cancela mi siguiente reunión.
Angelina duda, mirándolo. Parece perdida. Él vuelve la cabeza lentamente para hacerle frente y levanta las cejas. Ella se ruboriza de un color rosa brillante. Oh bien. No soy sólo yo.
—Muy bien, Sr. Okabe —murmura, luego sale. Él frunce el ceño, y vuelve su atención de nuevo hacia mí.
—¿Dónde estábamos, Srto. Kouyou?
Oh, estamos de vuelta al “Srto. Kouyou” ahora.
—Por favor no permita que lo interrumpa.
—Quiero saber acerca de usted. Creo que es lo justo. —Sus ojos grises están encendidos con curiosidad. Doble mierda. ¿Adónde va con esto? Sitúa los codos en los brazos de la silla y junta los dedos frente a su boca. Su boca... distrae mucho. Trago saliva.
—No hay mucho que saber —digo, sonrojándome otra vez.
 —¿Cuáles son sus planes después de graduarse?

                Me encojo de hombros, confundido por su interés. Venir a Tokio con Reita, encontrar un lugar, encontrar trabajo, formar un grupo. Realmente no he pensado más allá de mis exámenes finales.

—No he hecho planes, Sr. Gackt. Sólo necesito superar mis exámenes finales. —Para los cuales debería estar estudiando ahora en lugar de estar sentado en tu grandiosa, ostentosa y estéril oficina, sintiéndome incómodo bajo tu penetrante mirada.
—Llevamos a cabo un programa de pasantías excelente aquí —dice tranquilamente. Levanto las cejas con sorpresa. ¿Está ofreciéndome un trabajo?
—Oh. Lo tendré en cuenta —murmuro, completamente confundido—. Aunque no estoy seguro de encajar aquí. —Oh no. Estoy reflexionando en voz alta otra vez.
—¿Por qué dice eso? —Ladea su cabeza a un lado, intrigado, un indicio de sonrisa jugando en sus labios.
—Es obvio, ¿no? —Soy descoordinado, desaliñado, y no soy una hembra rubia despampanante.
—No para mí —murmura. Su mirada es intensa, todo el humor se ha ido, y extraños músculos en lo profundo de mi vientre se aprietan de pronto. Aparto los ojos de su escrutinio y miro ciegamente hacia abajo a mis dedos anudados. ¿Qué está pasando? Tengo que irme, ahora. Me inclino hacia delante para recuperar la grabadora.
—¿Quiere que le enseñe los alrededores? —pregunta.
—Estoy seguro de que está demasiado ocupado, Sr. Okabe, y tengo que hacer un largo viaje en moto.
—¿Va a conducir de vuelta a la Universidad en Okinawa? —Suena sorprendido, preocupado incluso. Mira hacia fuera por la ventana. Ha comenzado a llover—. Bueno, es mejor que conduzca con cuidado. —Su tono es duro, autoritario. ¿Por qué debería preocuparse?—. ¿Ha conseguido todo lo que necesita? —añade.
—Sí señor —respondo, guardando la grabadora en mi cartera. Sus ojos se estrechan especulativamente.
—Gracias por la entrevista, Sr. Okabe.
—El placer ha sido todo mío —dice, educado como siempre. Cuando me levanto, él se levanta y me tiende la mano.
—Hasta que nos encontremos de nuevo, Srto Kouyou—Y suena como un desafío, o una amenaza, no estoy seguro de qué. Frunzo el ceño. ¿Cuándo vamos a encontrarnos otra vez? Sacudo su mano una vez más, asombrado de que esa extraña energía entre nosotros siga ahí. Deben ser mis nervios.
—Sr. Gackt. —Asiento hacia él.
            Moviéndose con una ágil elegancia atlética hacia la puerta, la abre de par en par.
—Sólo asegurándome de que llegue a la puerta, Srto. Kouyou —Me brinda una pequeña sonrisa. Obviamente se está refiriendo a mi anterior poco elegante entrada a su oficina. Me sonrojo.
—Eso es muy considerado, Sr. Okabe —digo bruscamente, y su sonrisa se ensancha. 
“Me alegro de que me encuentres entretenido”, frunzo el ceño interiormente, caminando hacia el vestíbulo. Estoy sorprendido cuando me sigue fuera. Angelina y la otra rubia alzan la vista, igualmente sorprendidas.

          Me devuelven mis pertenencias, que antes pasan por las manos del mayor ....  siento mi corazón aún desbocado...  y me acompaña hasta el ascensor.

—Takashima —dice como despedida.

—Satoru —respondo. Y gracias a Dios, las puertas se cierran.

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