jueves, 12 de septiembre de 2013

Tonos de Gris - Capítulo 2

Capítulo 2  - Gackt en Okinawa, ¿Te imaginas?

          Mi corazón está latiendo con fuerza. El ascensor llega al primer piso y me apresuro a salir tan pronto como las puertas se abren, tropezando una vez, pero afortunadamente sin caerme en el inmaculado suelo de piedra arenisca. Corro por las anchas puertas de vidrio y estoy libre en el fresco, limpio y húmedo aire de Tokio. Levantando mi rostro, doy la bienvenida a la refrescante lluvia. Cierro mis ojos, tomo una profunda y purificante respiración tratando de recuperar lo que queda de mi equilibrio.
         Ningún hombre ni mujer me ha afectado de la manera en que Satoru Okabe lo ha hecho y no puedo entender por qué. ¿Es su aspecto? ¿Su educación? ¿Riqueza? ¿Poder? No entiendo mi reacción irracional. Exhalo un gran suspiro de alivio. ¿Qué, en nombre de los cielos, fue todo eso? Apoyado en uno de los pilares de acero del edificio, intento valientemente calmarme y ordenar mis pensamientos. Sacudo mi cabeza. 
         Mi corazón se estabiliza a su ritmo regular y puedo respirar normalmente de nuevo. Me dirijo a mi moto.
          Mientras dejo los límites de la ciudad atrás, me empiezo a sentir estúpido y avergonzado al reproducir la entrevista en mi mente. Sin duda estoy reaccionando exageradamente a algo que es imaginario. Bien, así que es muy atractivo, seguro, dominante, a gusto consigo mismo... pero por otro lado, es arrogante y debido a sus modales impecables, es autocrático y frío. Bueno, en la superficie. Un escalofrío involuntario corre por mi columna. Puede ser arrogante, pero tiene derecho a serlo: ha logrado tanto siendo tan joven. No soporta a los tontos, pero ¿por qué habría de hacerlo? De nuevo, me irrita que Akira no me diera una breve biografía.
         Mientras me desplazo por la autopista mi mente continúa vagando.No entiendo como ha llegado tan alto... las respuestas que me dio,... era como si las tuviese escritas y se las supiera de memoria... Y las preguntas de Reita ¡ugh! ¿¡La adopción y preguntarle si era gay!?- Me estremezco.- No me lo puedo creer

- ¡Tierra, trágame ahora! Cada vez que piense en esa pregunta en el futuro,temblaré de vergüenza. ¡Maldito seas Akira Suzuki!

        Compruebo el velocímetro. Estoy conduciendo con más cautela de lo que lo haría en cualquier otra ocasión. Y sé que es el recuerdo de dos penetrantes ojos grises mirándome, y una voz severa diciéndome que conduzca con cuidado. Sacudiendo la cabeza, me doy cuenta de que Gackt es más como un hombre del doble de su edad.

-Olvídalo Uru- me regaño- Ha sido una experiencia agradable. Olvídalo. Nunca tengo que volver a verlo.-Inmediatamente estoy animado por la idea. Enciendo el reproductor de MP3 y subo el volumen, me reclino sobre la moto y escucho el golpeteo de la música indie-rock mientras presiono el acelerador. 
Al entrar en la autopista, me doy cuenta de que puedo conducir tan rápido como yo quiera.

         Vivimos en una pequeña comunidad de dúplexs en Okinawa, cerca del campus. Tengo suerte: los padres de Akira compraron el lugar para él y pago una miseria de alquiler, ha sido mi hogar por cuatro años. A medida que me detengo, sé que Reita querrá una historia muy detallada. Bueno, al menos tiene la mini grabadora. Por suerte no tendré que explicar mucho más de lo que se dijo durante la entrevista.

—¡Shima! Estás de vuelta. —Reita se encuentra en nuestra sala de estar, rodeado de libros. Claramente ha estudiado para los exámenes finales, a pesar de que todavía está en su pijama negro con “gatitos” como el les dice a esos tigres, ese que reserva para después de romper con sus novias, para variadas enfermedades y para estados depresivos en general. Avanza hacia mí y me abraza con fuerza—. Estaba empezando a preocuparme. Esperaba que regresaras más temprano.
—Ah, creí que no tarde demasiado, teniendo en cuenta que la entrevista se prolongó. —Muevo la mini grabadora hacia a él.
—Shima, muchas gracias por hacer esto. Estoy en deuda, lo sé. ¿Cómo fue? ¿Cómo era él? —Oh, no... aquí vamos, el Interrogatorio Akira Suzuki.

Me esfuerzo por responder a su pregunta. ¿Qué puedo decir?

—Me alegro de que haya terminado y que no tengo que volver a verlo. Fue bastante intimidante, sabes. —Me encojo de hombros—. Es muy centrado, incluso intenso y joven. Muy joven.

Reita me mira inocentemente. Le frunzo el ceño.

—No parezcas tan inocente. ¿Por qué no me diste una biografía? Me hizo sentir como un idiota por limitarme a la investigación básica. —Akira  me tapa la boca con sus manos.
—Caray, Uruha, lo siento... no pensé.- Resopló frustrado.
—En su mayoría fue cortés y formal, un poco estirado, como si fuera mucho mayor. No habla como si tuviera veintitantos años. ¿Cuántos años tiene de todos modos?
—Veintisiete. Por Dios, Shima, lo siento. Debería haberte informado, pero tenía tanto pánico. Entrégame la mini grabadora y empezaré a transcribir la entrevista.
—Te ves mejor. ¿Has tomado tu sopa? —pregunto, dispuesto a cambiar de tema.
—Sí y estaba deliciosa, como siempre. Me siento mucho mejor. —Me sonríe con gratitud. Miro mi reloj.
—Tengo que correr. Todavía puedo hacer mi turno.
—Shima, estarás agotado.- me miró preocupado.
—Estaré bien. Te veré más tarde.

              He trabajado en la tienda desde que empecé en la universidad. Me alegro de poder hacer mi turno, ya que me da algo en que concentrarme que no sea Satoru Okabe. Estamos ocupados: es el inicio de la temporada de verano, y la gente está redecorando sus hogares. La Sra. Lia está encantada de verme.

—¡Takashima! Pensé que no ibas a venir hoy.
—Mi cita no duró tanto como pensaba. Puedo hacer un par de horas.
—Estoy realmente contenta de verte.

      Después del cortes saludo, voy a trabajar en el almacén, para reordenar estantes y pronto estoy absorto en la tarea.
       Para cuando llego a casa, Reita está usando los auriculares y trabajando en su portátil. Su nariz aún está rosada, pero está concentrado y escribiendo frenéticamente. Estoy completamente agotado. Me desplomo en el sofá, pensando en el ensayo que tengo que terminar y todo el estudio que no he hecho hoy porque estaba retrasado con... él.

—Tienes algunas cosas buenas aquí, Shima. Bien hecho. No puedo creer que no aceptaras su oferta de mostrarte los alrededores. Obviamente quería pasar más tiempo contigo. —Me da una fugaz mirada burlona.

          Me sonrojo y mi ritmo cardíaco aumenta inexplicablemente. Esa no era la razón, ¿verdad? Él sólo quería mostrarme los alrededores para que yo pudiera ver que era el señor de todo lo que veía. Me doy cuenta que me estoy mordiendo el labio...  espero que Suzuki no se dé cuenta. Parece absorto en su transcripción.

—He oído lo que quieres decir con eso de formal. ¿Tomaste notas? —pregunta.
—Um... no, no lo hice.
—Eso está bien. Todavía puedo hacer un buen artículo con esto. Es una pena que no tengamos algunas fotografías originales. Atractivo hijo de puta, ¿no?

Me ruborizo.

—Supongo que sí. —Trato de sonar desinteresado y creo que lo logro.
—Oh, vamos Shima, ni siquiera tú puedes ser inmune a su apariencia. —Arquea una ceja perfecta en mi dirección.

¡Mierda! Lo distraigo con halagos, siempre es una buena táctica.

—Probablemente habrías conseguido mucho más de él.
—Lo dudo. Vamos, prácticamente te ofreció un trabajo. Teniendo en cuenta que te he endosado esto a último minuto, lo hiciste muy bien. —Levanta la vista hacia mí especulativamente. Hago una retirada precipitada a la cocina.
—¿Y qué pensaste realmente de él? —Maldita sea, es curioso. ¿Por qué no puede simplemente dejar pasar esto? Piensa en algo, rápido.
—Él es controlador, arrogante... realmente aterrador, pero muy carismático. Puedo entender la fascinación —agrego sinceramente, mientras lo miro desde la puerta, esperando que esto lo calle de una vez por todas.
—¿Tú, fascinado por alguien? Esta es la primera vez —resopla.

Empiezo a reunir los ingredientes para un sándwich para que no pueda ver mi rostro.

—¿Por qué querías saber si era gay? Dicho sea de paso, esa fue la pregunta más vergonzosa. Estaba mortificado y él también estaba enojado de que se la hiciera. — Fruncí el ceño ante el recuerdo.
—Siempre que está en las páginas de sociedad nunca tiene una cita.
—Fue vergonzoso. Todo el asunto fue vergonzoso. Me alegro de que nunca tendré que posar los ojos en él.
—Oh, Uruha, no puede haber sido tan malo. Creo que suena un poco como si le gustases.
¿Que Yo le gusto? Ahora sí que Reita está siendo ridículo. 
—¿Quieres un sándwich?
—Por favor.

    No hablamos más de Satoru Okabe esa noche, para mi alivio.





             El resto de la semana, me sumergí en mis estudios y mi trabajo en la tienda . Reita también está ocupado, recopilando la última edición de su revista de estudiantes antes de tener que relegarla al nuevo editor mientras que también tiene que prepararse para sus finales. Para el miércoles está mucho mejor y ya no tengo que soportar la visión de su pijama negro con demasiados gatos. Llamo a mi madre en ver cómo está, pero también para que pueda desearme suerte en mis exámenes finales, y tengo que aguantar los gritos y “consejos” de mis hermanas. 

          Viernes por la noche,Reita y yo estamos debatiendo qué hacer con nuestra noche: queremos algo de tiempo fuera de nuestros estudios, de nuestro trabajo y del periódico de alumnos... cuando suena el timbre. De pie delante de nuestra puerta está mi buen amigo Aoi con una botella de champán.

—¡Yuu! ¡Me alegro de verte! —Le doy un abrazo rápido—. Adelante.

         Aoi es la primera persona que conocí cuando llegué a la facultad, luciendo igual de perdido y solo que yo, pese a que iba a un curso mas. Reconocimos un espíritu afín en cada uno de nosotros ese día y hemos sido amigos desde entonces. No sólo compartimos un sentido del humor, y el gusto por las guitarras, sino que también descubrimos que tanto mi padrastro como su Padre estaban en la misma unidad del ejército juntos. Como resultado, nuestros padres se han convertido en grandes amigos también.

         Aoi está estudiando ingeniería y es el primero de su familia que logra ir a la universidad. Es muy brillante, pero su verdadera pasión es la fotografía

—Tengo noticias. —Él sonríe, sus ojos oscuros pestañean.
—No me digas: has logrado no ser expulsado por una semana más —me burlo y él me frunce el ceño bromeando.
—La Galería de Tokio va a exponer mis fotos el mes que viene.
—Eso es increíble. ¡Felicitaciones! —Lo abrazo de nuevo. Reita también le sonríe.
—¡Así se hace Shiroyama! Debería poner esto en el periódico. Nada como cambios editoriales de último momento en un viernes en la noche. —Sonríe.
—Vamos a celebrar. Quiero que vengas a la apertura. —Aoi me mira atentamente. Me sonrojo—. Ambos, por supuesto —añade, mirando nerviosamente a Reita.

          Yuu y yo somos buenos amigos, pero sé que en el fondo, le gustaría ser más. Es lindo y divertido, pero no es para mí. Es más como el hermano que nunca tuve. Suzuki a menudo se burla de mí, de que me falta el gen de necesitar una pareja, pero la verdad es que, simplemente no he conocido a nadie que... bueno, por quien me sienta atraído. A pesar de que parte de mí anhela esas rodillas temblorosas , el corazón en mi boca, mariposas en mi vientre, noches sin dormir.

        A veces me pregunto si hay algo mal en mí. Quizás he pasado demasiado tiempo en compañía de mis héroes literarios románticos y por lo tanto, mis ideales y expectativas son demasiado altos. Pero en la realidad, nadie nunca me ha hecho sentir así.
        “Hasta hace muy poco.” La desagradable y todavía pequeña voz de mi inconsciente me susurra.       “¡NO!” Destierro el pensamiento de inmediato. No voy a ir allí, no después de esa dolorosa entrevista. “¿Es gay Sr.Okabe?” Me estremezco ante el recuerdo. Sé que he soñado con él casi todas las noches desde entonces, pero eso es sólo para purgar la terrible experiencia de mi sistema, ¿verdad?
Veo a Aoi abrir la botella de champán. Es alto, en sus pantalones vaqueros y camiseta es todo hombros y músculos, piel bronceada, cabello oscuro y ardientes ojos oscuros. Sí, Shiroyama es bastante caliente, pero creo que por fin capta el mensaje: sólo somos amigos. El corcho hace un fuerte chasquido, Yuu mira hacia arriba y sonríe.

         El sábado en la tienda es una pesadilla. Estamos asediados por personas que quieren arreglar sus casas ellos mismos. Nos pasamos todo el día corriendo. Por suerte hay un momento de calma alrededor de la hora del almuerzo y la Sra. Lía me pide que compruebe algunos encargos, mientras estoy sentado detrás del mostrador de la caja comiendo discretamente. Entonces, por alguna razón, levanto la vista... y me encuentro atrapado en la atrevida mirada gris de Satoru Okabe, quien está de pie en el mostrador, mirándome fijamente.
Insuficiencia cardíaca.

—Señorito Kouyou. Qué sorpresa tan agradable. —Su mirada es firme e intensa.

       Mierda. ¿Qué diablos está haciendo él aquí, con su cabello prolijamente despeinado, ropa de exterior, con su sweater tejido color crema, jeans y botas de caminar? Creo que mi boca se ha abierto y no puedo localizar mi cerebro o mi voz.

—Sr. Gackt —susurro, porque eso es todo lo que puedo lograr. Hay un dejo de sonrisa en sus labios y sus ojos brillan con humor, como si estuviera disfrutando de alguna broma privada.
- Es un placer verlo de nuevo, Srto.Kouyou .—Su voz es suave y profunda como el chocolate derretido con caramelo... o algo.

          Sacudo mi cabeza para reunir mis ideas. Mi corazón está latiendo frenéticamente y por alguna razón, me estoy sonrojando furiosamente bajo su persistente escrutinio. Estoy anonadado por la visión de él parado frente a mi. Mis recuerdos no le hacían justicia. No es simplemente atractivo, es el epítome de la belleza masculina, te quita la respiración y está aquí. Aquí en la tienda. Imagínate. Finalmente, mis funciones cognitivas son restauradas y reconectadas con el resto de mi cuerpo.

—Takashima. Mi nombre es Takashima —logro modular
—Estaba por la zona—dijo a modo de explicación—. Necesito reabastecer el stock de algunas cosas. 


         Él sonríe y de nuevo es como si fuera el dueño de algún gran secreto. Es tan desconcertante. Tomando una profunda respiración, pongo mi cara profesional de he- trabajado-en-esta-tienda-por-años. Puedo hacer esto.

—. ¿En qué puedo ayudarlo, Sr. Okabe?
—Hay algunas cosas que necesito. Para empezar, me gustaría algunos organizadores
de cables —murmura, sus ojos grises tranquilos pero divertidos.

¿Organizadores de cables?

—Tenemos de varios largos. ¿Desea que le muestre? —digo, mi voz suave y profunda. 
—Por favor. Guíeme, Sr. Kouyou —dice. Trato de parecer despreocupado mientras salgo del mostrador, pero en realidad, estoy concentrándome duramente en no caerme con mis propios pies, mis piernas repentinamente tienen la consistencia de la gelatina. Estoy tan feliz de haber decidido usar mis mejores jeans esta mañana.
—Están con los insumos eléctricos, pasillo ocho. —Mi voz es un poco demasiado fuerte. Miro hacia él y me arrepiento casi de inmediato. Demonios, es atractivo. Me sonrojo.
—Después de usted —murmura, haciendo un gesto con sus manos de largos dedos, bellamente arregladas.

        Con mi corazón casi ahogándome, porque está en mi garganta tratando de escapar por mi boca, me dirijo a uno de los pasillos de la sección eléctrica. ¿Por qué está en Okinawa? ¿Por qué está aquí, en la tienda? Y desde una pequeña y casi no usada parte de mi cerebro —probablemente localizada en la base de mi bulbo raquídeo, en donde habita mi subconciente— llega el pensamiento: “está aquí para verte.” ¡No puede ser! Lo rechazo inmediatamente. ¿Por qué este hombre de ciudad, hermoso y poderoso querría verme? La idea es absurda y la pateo fuera de mi cabeza.

—¿Está en Okinawa por negocios? —pregunto y mi voz es muy aguda, como si hubiera aplastado mi dedo con una puerta o algo. ¡Demonios! 
—Estaba visitando la división de la universidad. Tiene base en Okinawa. Actualmente, estoy fundando algunas investigaciones propuestas por la facultad. —dice con naturalidad.  Me sonrojo ante mis caprichosos y tontos pensamientos.
—¿Todo es parte de tu plan “alimenta-al-mundo”? —pregunto
—Algo así —reconoce y sus labios se curvan en una media sonrisa.

            Mira a la selección de organizadores de cables. ¿Qué demonios va a hacer con esos? No me lo imagino arreglando la casa por su cuenta... es mas como de los que pagan a alguien para que lo haga, ¿no? Sus dedos viajan por varios de los paquetes mostrados y por alguna razón inexplicable, tengo que mirar para otro lado. Se inclina y elige un paquete.

—Estos funcionarán —dice con su tan secreta sonrisa y me sonrojo.
—¿Algo más?
—Me gustaría un poco de cinta para enmascarar.
—¿Está redecorando? —Las palabras salen antes de que pueda detenerlas. ¿Seguramente contrata trabajadores o tiene un equipo para ayudarlo a decorar?
—No, no redecorando —dice rápidamente, luego sonríe burlonamente y tengo el incómodo sentimiento de que se está riendo de mí.

¿Soy tan gracioso? ¿Me veo gracioso?

—Por aquí —murmuro avergonzado— La cinta de enmascarar está en el pasillo de decoración.
—¿Trabajas aquí desde hace mucho? —Su voz es baja y me está mirando, sus ojos grises concentrados fuertemente. Me sonrojo aún más si cabe. ¿Por qué demonios tiene ese efecto sobre mí? Siento como si tuviera catorce años, inoportuno como siempre y fuera de lugar. ¡Ojos al frente, Uruha!
—Cuatro años —mascullo mientras alcanzamos nuestro objetivo. Para distraerme, me inclino hacia abajo y escojo los dos anchos de cinta de enmascarar que tenemos en stock.
—Tomaré esa —dice Gackt, apuntando suavemente a la más ancha, la cual le paso. Nuestros dedos se rozan muy brevemente y la corriente está ahí de nuevo, corriendo a través de mí como si hubiera tocado un cable expuesto. Me atraganto involuntariamente cuando lo siento, todo el camino hacia abajo a algún lugar oscuro e inexplorado, profundo en mi barriga. Desesperadamente, busco alrededor por mi equilibrio.
—¿Algo más? —Mi voz es áspera y agitada.
—Algo de cuerda, creo. —Su voz refleja la mía, áspera.
—Por aquí. —Inclino mi cabeza hacia abajo para esconder mi recurrente sonrojo y me dirijo al pasillo.
—¿De qué tipo buscaba? Tenemos cuerda sintética y natural de filamento... trenzada... cuerda de cable... —Me detengo ante su expresión, sus ojos oscureciéndose. Dios santo.
—Llevaré cuatro metros y medio de la soga natural de filamento, por favor.

          Rápidamente, con dedos temblorosos, mido los cuatro metros y medio en la regla fija, consciente de su mirada gris y cálida sobre mí. No me atrevo a mirarlo. Kamisama, ¿sería posible estar aún más consciente de mí mismo? Tomando mi cuchillo del bolsillo trasero de mis jeans, la corto y la enrollo prolijamente antes de atarla en un nudo corredizo. Por algún milagro, me las arreglo para no cortarme un dedo con mi cuchillo.

—¿Fuiste un explorador? —pregunta, labios esculturales y sensuales curvados en sorpresa. ¡No mires su boca!
—Las actividades de grupo organizados no son realmente lo mío, Sr. Okabe.

Levanta una ceja.

—¿Qué es lo tuyo, Takashima? —pregunta, su voz suave y su sonrisa secreta de vuelta. Lo miro, incapaz de expresarme. Estoy sobre placas tectónicas en movimiento. “Trata de parecer tranquilo, Shima”, mi torturado subconsciente me ruega de rodillas.
—Libros —susurro, pero por dentro, mi subconsciente está gritando: “¡Tú! ¡Tú eres lo que me interesa!” Lo callo de inmediato, mortificado porque mi psiquis esta teniendo ideas por encima de su nivel.
—¿Qué clase de libros? —Inclina su cabeza hacia un lado. ¿Por qué está tan interesado? 
—Oh, ya sabes... lo usual. Los clásicos. Literatura británica, mayormente.

Frota su barbilla con su largo dedo índice y pulgar mientras contempla mi respuesta. O tal vez está muy aburrido y está intentando ocultarlo.

—¿Algo más que necesites? —Necesito poder superar este tema, esos dedos en en ese rostro son tan seductores.
—No lo sé. ¿Qué más me recomendarías?

¿Qué te recomendaría? Ni siquiera sé que estás haciendo.

—¿Para un hazlo-tú-mismo?

Asiente, sus ojos grises vivos con un secreto humor. Me sonrojo y mis ojos vuelan involuntariamente por sus cómodos jeans.

—Un mono —replico y sé que ya no controlo lo que está saliendo de mi boca.

Él levanta una ceja, sorprendido de nuevo.

—No querrás arruinar tu ropa. —Hago un gesto vago en dirección a sus jeans. 
—Siempre podría quitármelos —replica.
—Um. —Siento el color en mis mejillas subiendo de nuevo. Debo estar del color del manifiesto comunista. Deja de hablar. Deja de hablar AHORA.
—Llevaré algunos monos. El cielo no permita que arruine algo de ropa —dice secamente.

Trato de alejar la inconveniente imagen de él sin jeans.

—¿Necesita algo más? —pregunto tan rápido como le entrego los overoles azules.

Él ignora mi pregunta.

—¿Cómo va el artículo? —Finalmente me ha hecho una pregunta normal, lejos de todas las indirectas y la confusa conversación de doble sentido... Una pregunta que puedo responder. Tomo mis pensamientos firmemente con mis manos como si fuera algo de vida o muerte y elijo la honestidad.
—No voy a escribirlo. Reita lo hará. El señorito Suzuki lo hará. Mi compañero de cuarto, él es el escritor. Está muy feliz por eso. Es el editor de la revista y estaba devastado por no poder hacer la entrevista en persona. —Siento que finalmente puedo respirar, al menos un tema normal de conversación—. Su única preocupación es no tener fotografías originales de usted.
Grey levanta una ceja.
—¿Qué clase de fotografías quiere?

De acuerdo. No había imaginado esto en su respuesta. Sacudo mi cabeza, porque simplemente no lo sé.

—Bueno, estoy por aquí. Tal vez mañana... —Se calla.
—¿Estaría dispuesto a ir a una sesión de fotos? —Mi voz es aguda de nuevo. Akira estará en el séptimo cielo si logro conseguir esto. “Y tal vez lo veas de nuevo mañana”, ese oscuro lugar en la base de mi cerebro me susurra seductoramente. Alejo el pensamiento: de todos los tontos, ridículos...
—Akira estará encantado, si conseguimos un fotógrafo. —Estoy tan contento. Le sonrío ampliamente. 

           Sus labios se abren, como si estuviera tomando una repentina bocanada de aire y parpadea. Por una fracción de segundo, parece de alguna forma perdido y la tierra se mueve un poco de su eje, las placas tectónicas moviéndose a una nueva posición.
Oh, dios. La mirada perdida de Satoru Okabe.

—Hazme saber sobre mañana. —Alcanzando su bolsillo trasero, saca su billetera—. Mi tarjeta. Tiene mi número de móvil en ella. Necesitas llamar antes de las diez de la mañana.
—De acuerdo. —Lo miro de nuevo. Reita estará encantado.
—¡Shima!

             Ogata se ha materializado al otro final del pasillo. Es el mas joven de los novatos de la tienda. Oí que había llegado a casa desde Princeton, pero no esperaba verlo hoy.

—Er, discúlpeme por un momento, Sr. Okabe. —Gackt frunce el ceño mientras me giro.

           Hirotto siempre ha sido un amigo y en este extraño momento que estoy teniendo con el rico, poderoso, asombroso y extremadamente atractivo y controlador Gackt, es genial hablar con alguien normal. Ogatta me abraza fuerte tomándome por sorpresa.

—Shima, hola, ¡es tan bueno verte! —dice.
—Hola, Hiroto. ¿Cómo estás? ¿Estás en casa por el cumpleaños de Shou?
—Síp. Te ves bien, Shima, muy bien. —Me mira mientras me examina a la distancia de un brazo. 

         Luego me suelta, pero mantiene un brazo posesivo sobre mi hombro. Cambio mi peso de un pie al otro, avergonzado. Es bueno ver a Ogatta, pero siempre ha sido confianzudo.
         Cuando miro hacia Satoru Okabe, está mirándonos como un halcón, sus ojos grises oscuros y especulativos, su boca en una dura línea. Ha cambiado del extraño y atento cliente a alguien más, alguien frío y distante.

—Ogata, estoy con un cliente. Alguien que deberías conocer —digo, tratando de disuadir el antagonismo que veo en los ojos de Gackt. Arrastro a Hiroto para presentarlo y se miden mutuamente. La atmósfera es súbitamente ártica—. Er, Ogatta, este es Satoru Okabe. Sr. Gackt, este es Hiroto Ogata. Su hermano es el dueño del local. —Y por alguna extraña razón, siento que debo explicarme un poco más.—Conozco a Hirotto desde que trabajo aquí, aunque no nos vemos tan seguido. Ha vuelto de Princeton donde estudia administración de empresas. —Estoy balbuceando... ¡Detente ahora!
—Sr. Ogata. —Satoru mantiene su mano extendida, su mirada ilegible.
—Sr. Okabe. —Hiro devuelve el saludo—. Espera... ¿no es el Satoru Okabe?

         Hiro va de insípido a asombrado en menos de un nanosegundo. Gackt le ofrece una sonrisa educada que no llega a sus ojos.

—Guau... ¿hay algo que pueda ofrecerle?
—Takashima lo tiene bajo control, Sr. Ogata. Él ha sido muy atento. —Su expresión es impasible pero sus palabras... es como si estuviera diciendo algo completamente distinto. Es desconcertante.
—Genial —responde Hiroto—. Te veo luego, Shima.
—Seguro, Hiro. —Lo miro desaparecer en el almacén—. ¿Algo más, Sr. Gackt?
—Sólo estas cosas. —Su tono es cortante y frío. Diablos... ¿Lo habré ofendido? Tomando una profunda respiración, me giro y voy hacia la caja. ¿Cuál es su problema?

Junto la soga, monos, cinta de enmascarar y organizadores de cables en el mostrador.

—Serían cuarenta y tres yenes, por favor. —Miro a Gackt y deseo no haberlo hecho. Está mirándome de cerca, sus ojos grises humeantes e intensos. Es inquietante—. ¿Le gustaría una bolsa? —pregunto mientras recibo su tarjeta de crédito.
—Por favor, Takashima. —Su lengua acaricia mi nombre y mi corazón una vez más está frenético. Casi no puedo respirar. De prisa, pongo sus cosas en una bolsa de plástico—. ¿Me llamarás si quieres que haga la sesión de fotos? —Es todo sobre negocios otra vez. Asiento, mudo de nuevo y devuelvo su tarjeta de crédito.
—Bien. Hasta mañana, quizás. —Se gira para irse, luego hace una pausa—. Oh... y Takashima, me alegra que el Srto. Suzuki no haya podido hacer la entrevista. — Sonríe, luego sale con renovado interés fuera de la tienda, colocando la bolsa plástica sobre su hombro, dejándome como una temblorosa masa de iracundas hormonas masculinas. Paso varios minutos mirando la puerta cerrada por la que salió antes de volver al planeta tierra.


            De acuerdo. Me gusta. Ahí, lo he admitido a mí mismo. No puedo esconderme más de mis sentimientos. Nunca antes me he sentido así. Lo encuentro atractivo, muy atractivo. Pero es una causa perdida, lo sé y suspiro con un amargo resentimiento. Fue solo una coincidencia, su llegada aquí. Pero aún así, puedo admirarlo desde lejos, ¿no? Ningún mal puede venir de eso. Y si encuentro un fotógrafo, puedo admirarlo seriamente mañana. Muerdo mi labio en anticipación y me encuentro a mi mismo entusiasmado como un colegial. Necesito llamar a Reita y organizar una sesión de fotos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario