jueves, 12 de septiembre de 2013

Tonos de Gris - Capítulo 3

Capítulo 3 - Un yen por tus pensamientos

       Reita está feliz.

—Pero ¿qué estaba haciendo en Okinawa? —Su curiosidad exuda a través del
teléfono. Estoy en el fondo de la sala de archivo, tratando de mantener mi voz
casual.
—Estaba en la zona.
—Creo que es una enorme coincidencia, Shima. ¿No crees que estaba allí para verte? —
especula. Mi corazón se tambalea ante la perspectiva, pero es una alegría efímera. La
aburrida y decepcionante realidad es que él estaba allí por negocios.
—Estaba visitando la división de la Universidad. Está financiando una
investigación —murmuro.
—Oh, sí. Le está dando al departamento 2.5 millones de dólares.

“Wow.”

—¿Cómo sabes?
—Uruha, soy periodista y he escrito un artículo sobre él. Es mi trabajo saber esto. 
—Bueno, no te vuelvas loco. Entonces, ¿quieres estas fotos? 
—Por supuesto que sí. La pregunta es, ¿quién va a hacerlo y dónde? 
—Podríamos preguntarle a él en dónde. Dice que se va a quedar en la zona. 
—¿Puedes comunicarte con él?
—Tengo su número de teléfono móvil.

Reita jadea.

—El soltero más rico, difícil de alcanzar y enigmático en todo Japón, simplemente te dio su número de móvil.¡Shima! Le gustas. Sin lugar a dudas. —Su tono es enfático.
—Reita, está tratando de ser amable. —Pero a medida que digo las palabras, me doy
cuenta de que no es cierto... Satoru Okabe no es amable. Educado, tal vez. Y una
pequeña voz me susurra: “tal vez Suzuki tiene razón”. Mi cuero cabelludo se eriza ante la
idea de que quizás, sólo quizás, tal vez le guste. Después de todo, dijo que se alegraba
de que Akira no hiciera la entrevista. Me abrazo con silenciosa alegría, balanceándome
de lado a lado, considerando por un breve momento con la posibilidad de que tal vez
yo podría gustarle. Reita me trae de nuevo a la actualidad.
—No sé a quién vamos a llevar para hacer la toma. Nuestro fotógrafo habitual,
no puede. Está en su casa en America por el fin de semana. Se va a molestar por
perder la oportunidad de fotografiar a uno de los empresarios líderes de Japón.
—Hmm... ¿Qué hay de Aoi?
—¡Buena idea! Pregúntale, él haría cualquier cosa por ti. Luego llamas a Gackt y
averigua dónde nos quiere. —Reita es irritantemente arrogante respecto a Shiroyama.
—Creo que deberías llamarlo.
—¿A quién, a Aoi? —se burla Reita.
—No, a Gackt.
—Shima, tú eres el que tiene la relación.
—¿Relación? —chillo, alzando mi voz unas cuantas octavas—. Apenas lo conozco.
—Por lo menos lo conociste —dice con amargura—. Y parece que quiere conocerte
mejor. Shima, sólo llámalo —dice y cuelga. Es tan mandón a veces. Le frunzo el ceño a
mi móvil y le saco la lengua.

             Apenas estoy dejándole un mensaje a Shiroyama cuando Ogatta entra en el almacén buscando papel de lija.

—Así que, ¿cómo es que conoces a Satoru Okabe? —La voz indiferente de Hiro es
poco convincentemente.
—Tuve que hacerle una entrevista para nuestro periódico estudiantil. Reita no estaba
bien. —Me encojo de hombros, tratando de sonar casual pero no lo hago mejor que él.
—Satoru Okabe  en Okinawa. Imagínate —resopla asombrado. Sacude la cabeza
como para despejarse—. De todos modos, ¿quieres ir por un trago o algo esta noche?

              Cada vez que está en casa me invita a salir y siempre le digo que no. Es un ritual.
Nunca he considerado una buena idea tener una cita con el hermano del jefe, además,
Hiro es lindo en ese estilo de Chico-Japonés-hijo de vecino, pero no es un héroe
literario, ni con un mínimo esfuerzo de imaginación. “¿Lo es Gackt?”, me pregunta mi
subconsciente, con su ceja simbólicamente levantada. Le doy una palmada para que se
calle.

—¿No tienes una cena familiar o algo debido a tu hermano? 
—Eso es mañana.
—Quizás en otra ocasión, Hiro. Tengo que estudiar esta noche. Tengo mis exámenes
finales la próxima semana.
—Uru, uno de estos días, dirás que sí —dice sonriendo, mientras escapo hacia la sala
de ventas.


—Yo hago fotos de lugares Shima, no de personas —se queja Aoi.
—Yuu, ¿por favor? —le ruego. Tomando mi móvil, paseo por la sala de nuestro
apartamento, deteniéndome frente a la ventana a mirar la pálida luz del atardecer.
—Dame ese teléfono. —Reita me quita el teléfono, sacudiendo su sedoso cabello rubio
por encima del hombro, junto a la vendita—. Escucha, Shiroyama Yuu, si quieres que nuestro
periódico cubra la entrada de tu show, tomarás esta foto para nosotros mañana
¿Capiche? —Akira puede ser increíblemente difícil.
—Bien.Reita volverá a llamar con la dirección y la hora. Nos vemos mañana. —Cierra
la tapa de mi teléfono—. Arreglado. Todo lo que necesitamos hacer ahora es decidir
dónde y cuándo. Llámalo. —Sostiene el teléfono frente a mí. Mi estómago gira—.
Llama a Gackt, ¡ahora!

                 Le frunzo el ceño y busco en mi bolsillo su tarjeta. Tomo una respiración profunda,
estabilizante y con los dedos temblorosos, marco el número.
Él responde al segundo timbre. Su tono es contenido, tranquilo y frío.

—Okabe.
—Eh... ¿Sr. Okabe? Es Takashima Kouyou. —No reconozco mi propia voz, estoy tan
nervioso. Hay una breve pausa. Estoy temblando.
—Señorito Kouyou. Qué bueno saber de usted. —Su voz ha cambiado. Se sorprende,
creo y suena tan cálido... incluso seductor. Mi respiración se entrecorta y suspiro. Soy
consciente de que de repente Akira Suzuki me está mirando con la boca abierta
y me lanzo hacia la cocina para evitar su escrutinio no deseado.
—Eh... nos gustaría seguir adelante con la sesión de fotos para el artículo. —”Respira,
Uru, respira”. Mis pulmones se arrastran en una respiración apresurada—. Mañana, si
eso está bien. ¿Dónde sería conveniente para usted, señor?

Casi puedo escuchar su sonrisa de esfinge a través del teléfono.

—Me quedo en el Heathman de Okinawa. Digamos, ¿a las nueve y media de la
mañana?
—Bueno, nos vemos allí. —Estoy todo efusivo y entrecortado... como un niño, no
como una hombre adulto que puede votar y beber legalmente en Japón.
—Estaré esperándolo, señorito Kouyou. —Me imagino el brillo perverso en sus ojos
grises. ¿Cómo hace para que cuatro pequeñas palabras contengan tantas tentadoras
promesas? Cuelgo. Reita está en la cocina y me observa con una mirada de
consternación total y absoluta en su rostro.
—Takashima Kouyou. ¡Te gusta! Nunca te he visto o escuchado tan, tan... afectado
por nadie. En realidad estás ruborizado.
—Oh,Reita, tú sabes que me sonrojo todo el tiempo. Es un riesgo laboral conmigo. No
seas ridículo —le suelto. Parpadea, mirándome con sorpresa —muy rara vez saco mis
juguetes del coche— y me arrepiento brevemente—. Sólo lo encuentro... intimidante,
eso es todo.
Heathman, figúrate —murmura Reita—. Voy a llamar al manager para negociar un
espacio para la toma.
—Haré la cena. Luego tengo que estudiar. —No puedo ocultar mi irritación con él
mientras abro uno de los armarios para hacer la cena.

              Estoy intranquilo esa noche, dando vueltas y vueltas. Soñando con ojos grises llenos de
humo, overoles, piernas largas, dedos largos y oscuros, oscuros sitios inexplorados. Me
levanto dos veces en la noche, mi corazón latiendo con fuerza. “Oh, voy a lucir hermoso
mañana durmiendo tan poco”, me regaño. Golpeo mi almohada y trato de dormir.



           El Heathman está situado en el corazón del centro de Okinawa. Aoi, Kanon y yo estamos viajando en el escarabajo de Shiroyama y Reita está en su CLK, ya que no
caben todos el coche. Konon es el amigo de Aoi y su ayudante, está aquí para
ayudar con la iluminación. Suzuki ha logrado conseguir que nos permitan usar una
habitación en el Heathman sin costo alguno por la mañana a cambio de un crédito en
el artículo. Cuando él explica en la recepción que estamos aquí para fotografiar al
Gerente General Satoru Okabe , instantáneamente nos suben a una suite. Una de
tamaño regular, sin embargo, ya que al parecer el Sr. Okabe está ocupando la más
grande del edificio.

           Un ejecutivo de marketing nos muestra la suite... es terriblemente joven y está muy
nervioso por alguna razón. Sospecho que es la belleza de Reita y su forma autoritaria lo
que lo desarma, porque él es como plastilina en sus manos. Las habitaciones son
elegantes, discretas y decoradas con opulencia.

             Son las nueve. Tenemos una media hora para arreglarlo todo. Suzuki está en pleno
movimiento.

—Aoi, creo que vamos a hacer la toma contra la pared, ¿estás de acuerdo? —No
espera por su respuesta—. Kanon, limpia las sillas. Uruha, ¿podrías pedirle al ama de
llaves que traiga algunos refrescadores de ambiente? Y Avísale a Gackt dónde estamos.

       “Sí, señor”. Él es muy dominante. Pongo los ojos en blanco, pero hago lo que me dice.
Media hora más tarde, Satoru Okabe entra en nuestra suite.
        “¡Santa Mierda!” Lleva una camisa blanca, con el cuello abierto y pantalones de franela
gris que cuelgan de sus caderas. Su pelo rebelde aún está húmedo por la ducha. Mi
boca se seca mirándolo... es tan malditamente caliente. Gackt es seguido dentro de la
suite por un hombre de treinta y tantos años, con pelo corto ondulado/risado, vestido con un traje oscuro y corbata, que se queda en silencio en un rincón. Sus ojos color avellana nos
observan impasibles.

—Señorito Kouyou, nos encontramos de nuevo. —Gackt extiende su mano y la estrecho,
parpadeando rápidamente. Oh mi... él es en realidad, bastante... wow. Mientras sujeto
su mano, percibo esa deliciosa corriente que atraviesa e ilumina mi cuerpo, me hace
sonrojar y estoy seguro de que mi respiración errática debe ser audible.
—Señor Okabe, le presento a Akira Suzuki —murmuro, agitando una mano
hacia Reita, que se adelanta, mirándolo a los ojos.
—El tenaz Señorito Suzuki. ¿Cómo está? —Le da una pequeña sonrisa, luciendo
genuinamente divertido—. ¿Confío en que se sienta mejor? Takashima dijo que estaba
enfermo la semana pasada.
—Estoy bien, gracias, Sr. Okabe. —Le da la mano con firmeza y sin pestañear. Me
recuerdo a mí mismo que Reita ha estado en las mejores escuelas privadas de
Tokio. Su familia tiene dinero y ha crecido con confianza y seguro de su lugar en
el mundo. No asume ningún tipo de basura. Estoy asustado de él—. Gracias por
tomarse el tiempo para hacer esto. —Le da una sonrisa amable y profesional.
—Es un placer —responde, volviendo su mirada hacia mí, haciéndome sonrojar otra
vez. Diablos.
—Este es Shiroyama Yuu, nuestro fotógrafo —le digo, sonriéndole a Aoi quien me
devuelve una sonrisa afectuosa. Sus ojos son fríos cuando mira a Gackt.
—Señor Okabe. —Asiente con la cabeza.
—Señor Shiroyama. —La expresión de Gackt cambia mucho mientras evalúa a Aoi.—¿Dónde me prefiere? —pregunta Gackt.

                Su tono suena vagamente amenazante. Pero Akira no está dispuesto a dejar que Yuu haga un espectáculo.

—Señor Okabe, ¿podría sentarse aquí por favor? Tenga cuidado con los cables de la
iluminación. Y luego tomaremos también algunas de pie. —Lo dirige a una silla
colocada contra la pared.

                 Kanon enciende las luces, encegueciendo momentáneamente a Gackt y murmura una
disculpa. A continuación, Kanon y yo damos un paso atrás y vemos cómo Yuu dispara
su cámara. Toma varias fotografías, pidiéndole a Gackt que se mueva de esta manera,
luego de esta otra, que mueva su brazo, que lo baje de nuevo. Pasando al trípode, Aoi
toma varias más, mientras que Okabe se sienta y posa, paciente y naturalmente, durante
unos veinte minutos. Mi deseo se ha hecho realidad: Puedo estar de pie y admirar a
Gackt de cerca. Dos veces nuestros ojos se encuentran y tengo que alejarme de su
mirada turbia.

—Suficientes sentado —dice Reita de nuevo—. ¿De pie, Sr. Okabe? —pregunta.
—Creo que tenemos suficientes —anuncia Aoi, cinco minutos más tarde.

                 Él se pone de pie y Kanon se escabulle para quitar la silla. El disparador en la Nikon de
Yuu comienza a hacer clic de nuevo.



—Grandioso —dice Reita—. Gracias de nuevo, Sr. Okabe. —Le da la mano, al igual
que Aoi.
—Estoy ansioso por leer el artículo, señorito Suzuki—murmura Gackt y se vuelve
hacia mí, de pie junto a la puerta—. ¿Podría caminar conmigo, señorito Kouyou? —
pregunta.
—Claro —digo, totalmente desconcertado. Miro ansiosamente a Reita, quien se encoge
de hombros. Me doy cuenta de que Aoi tiene el ceño fruncido detrás de él.
—Buen día para todos —dice Gackt mientras abre la puerta, parándose a un lado para
que yo pueda ir primero.

               “Infierno Santo... ¿qué es esto? ¿Qué quiere?” Me detengo en el pasillo del hotel,
moviéndome nerviosamente mientras Gackt sale de la habitación, seguido por el Sr.
pelirisado en su traje impecable.

—Yo te llamo, Takumi —murmura a pelirisado. Takumi camina por el pasillo y
Gackt vuelve sus ardientes ojos grises hacia mí. “Mierda... ¿hice algo malo?”—. Me
preguntaba si te gustaría acompañarme a tomar café esta mañana.

                Mi corazón salta de golpe hasta mi boca. ¿Una cita? “Satoru Okabe me está pidiendo una
cita”. Pregunta si deseo tomar un café. “Tal vez piensa que no te has despertado todavía”, mi
subconsciente gime en un modo burlón otra vez. Me aclaro la garganta tratando de
controlar mis nervios.

—Debo llevar a todos a casa —murmuro en tono de disculpa, retorciendo mis manos y
dedos frente a mí.
—¡Takumi! —llama, haciéndome saltar. Takumi, que se había retirado por el pasillo, se
da la vuelta y se dirige de nuevo hacia nosotros—. ¿Regresan a la universidad? —
pregunta Okabe, su voz suave e inquietante. Asiento con la cabeza, demasiado aturdido
como para hablar—. Takumi puede llevarlos. Es mi chofer. Tenemos un amplio 4x4
aquí, así que podrá también con el equipo.
—¿Señor Okabe? —pregunta Takumi cuando llega hasta nosotros, dejando algo de
distancia.
—Por favor, ¿puedes llevar al fotógrafo, su ayudante y a la señorito Suzuki de
vuelta a casa?
—Por supuesto, señor —responde Takumi.

Frunzo el ceño ante él.

—Ahí lo tienes. Ahora, ¿puedes acompañarme a tomar un café? —Gackt sonríe como si
fuera un hecho.
—Um, Sr. Okabe, eh... esto realmente... mire, Takumi no tiene que llevarlos a casa. —Le
doy una breve mirada a Takumi, quien se mantiene estoicamente impasible—. Puedo
cambiar de vehículo con Reita, si me da un momento.

                 Gackt muestra una deslumbrante, descontrolada, natural y gloriosa sonrisa mostrando
los dientes. Oh mi... y abre la puerta de la suite para que pueda volver a entrar. Me
deslizo alrededor de él para entrar en la habitación, encontrando a Suzuki
sumergido en una discusión con Shiroyama.

—Uru, creo que definitivamente le gustas —dice sin preámbulos. Aoi me mira con
desaprobación—. Pero no confío en él —añade. Levanto mi mano hacia arriba con la
esperanza de que deje de hablar. Por algún milagro, lo hace.
—Reita, si tomas el Beetle, ¿puedo quedarme con tu auto? 
—¿Por qué?
—Satoru Okabe  me ha pedido que vaya a tomar un café con él.

               Su boca se abre. ¡Reita sin palabras! Saboreo el momento. Me toma por el brazo y me
arrastra hacia el dormitorio fuera de la sala de estar de la suite.

—Shima, hay algo en él. —Su tono de voz está lleno de advertencia—. Es hermoso,
estoy de acuerdo, pero creo que es peligroso. Especialmente para alguien como tú.
—¿Qué quieres decir con alguien como yo? —demando ofendido.
—Alguien inocente como tú, Shima. Sabes a qué me refiero —dice un poco irritado. Me
sonrojo.
—Reita, es sólo café. Empiezo mis exámenes esta semana y tengo que estudiar, así que
no estaré mucho tiempo.

              Frunce los labios, como si considerara mi argumento. Finalmente toma las llaves de su
auto de su bolsillo y las coloca en mi mano. Le entrego las mías.

—Te veré más tarde. No te quedes mucho o voy a enviar un equipo de búsqueda y
rescate.
—Gracias. —Lo abrazo.
—Está bien, vayamos por el café —murmuro, poniéndome color remolacha.

                Salgo de la habitación para encontrar a Satoru Okabe esperando, apoyado contra la
pared, viéndose como un modelo masculino en una pose para alguna brillante revista
de alta calidad.

—Después de usted, señorito Kouyou. —Se endereza, extendiendo su mano para que
pase primero. Hago mi camino por el pasillo, con mis rodillas inestables, mi estómago
lleno de mariposas y mi corazón latiendo en mi boca con un dramático ritmo desigual.

“Voy a tomar un café con Satoru Okabe... y odio el café.”

              Caminamos juntos por el pasillo del hotel hasta los ascensores. “¿Qué debo decirle?” Mi
mente está paralizada repentinamente con aprensión. ¿De qué vamos a hablar? ¿Qué
diablos tengo en común con él? Su voz suave y cálida me saca de mi ensueño.

—¿Cuánto tiempo hace que conoce a Akira Suzuki?-Ah, una pregunta fácil para empezar.
—Desde nuestro primer año. Es un buen amigo.
—Hmm —responde, sin compromiso. ¿Qué está pensando?

                 En los ascensores, presiona el botón de llamada y suena el timbre casi de inmediato.
Las puertas deslizables se abren revelando a una joven pareja en un abrazo
apasionado. Sorprendidos y avergonzados, se separan de un salto, mirando con aire de
culpabilidad hacia todos lados excepto a nosotros. Gackt y yo subimos al ascensor.
Luchando por mantener un rostro serio, miro hacia el suelo, sintiendo mis mejillas
volverse rosadas. Cuando fisgoneo a través de mis pestañas hacia Satoru, observo un
atisbo de sonrisa en sus labios, pero es muy difícil de decir. La joven pareja no dice
nada y viajamos hacia el primer piso en un silencio embarazoso. Ni siquiera tenemos
un pretencioso hilo musical que nos distraiga.

               Las puertas se abren y, para mi sorpresa, Gackt toma mi mano, apretándola con sus
largos y fríos dedos. Siento la corriente a través de mí y el latido de mi corazón se
acelera. A medida que me ayuda a salir del ascensor, escuchamos la erupción de
carcajadas reprimidas de la pareja detrás de nosotros. Gackt sonríe.

—¿Qué es lo que tienen los ascensores? —murmura.

               Cruzamos el amplio y animado vestíbulo del hotel hacia la entrada, pero Satoru evita la
puerta giratoria y me pregunto si se debe a que tendría que soltar mi mano.
Afuera, es un templado domingo de mayo. El sol brilla y el tráfico es ligero. Gackt gira
a la izquierda y camina hacia la esquina, donde nos detenemos a esperar a que cambie
la luz del semáforo para peatones. Todavía está sosteniendo mi mano. “Estoy en la calle y
Satoru Okabe está tomando mi mano.” Nadie ha tomado mi mano. Me siento mareado y
con un hormigueo en todo el cuerpo. Intento sofocar la mueca ridícula que amenaza
con dividir mi rostro en dos. “Trata de ser genial, Uru, mi subconsciente me implora.
Entonces, el hombrecito verde se enciende y comenzamos a caminar otra vez.
Caminamos cuatro cuadras antes de llegar al Café de Portland House, en donde Gackt me
suelta para mantener la puerta abierta para que pueda entrar.

—¿Por qué no eliges una mesa mientras voy a buscar las bebidas? ¿Qué le gustaría? —
pregunta, amable como siempre.
—Voy a tomar... um, un té English Breakfast, con la bolsa afuera.- Levanta las cejas.
—¿No café?
—No estoy interesado en el café.

Sonríe.

—Está bien, bolsa de té. ¿Azúcar?

                Por un momento, estoy sorprendido, pensando que es una palabra de cariño, pero
afortunadamente, mi subconsciente se activa con los labios fruncidos. “No, estúpido.¿Tomas azúcar?”

—No, gracias. —Miro hacia abajo a mis dedos cruzados. 
—¿Algo para comer?
—No, gracias. —Niego con la cabeza y se dirige al mostrador.

                   Lo miro disimuladamente desde debajo de mis pestañas mientras se encuentra en la
línea de espera para ser atendido. Podría mirarlo todo el día... es alto, de hombros
anchos, delgados y la forma en que los pantalones cuelgan de su cadera... ¡Oh Dios!
Pasa una o dos veces sus dedos largos y elegantes por su cabello seco, pero todavía
desordenado. “Hmm... Me gustaría hacer eso”. El pensamiento viene espontáneamente a mi
mente y mi rostro quema. Me muerdo el labio y miro abajo hacia mis manos otra vez,
sin gustarme el curso de mis pensamientos rebeldes.

—¿Un yen por tus pensamientos? —Gackt está de vuelta, sorprendiéndome.

                   Me pongo color carmesí. “Sólo estaba pensando acerca de cómo pasaría mis dedos por tu
cabello y me preguntaba si se sentiría suave al tacto”. Niego con la cabeza. Está cargando una
bandeja, la cual coloca en la pequeña y redonda mesa de abedul. Me da una taza y un
plato, un vaso de agua pequeño y una bandeja que lleva una solitaria bolsita de té
etiquetada como Twinings English Breakfast... mi favorito. Él tiene un café que lleva una
maravillosa imagen de hoja impresa en la leche.” ¿Cómo lo hacen?” Me pregunto sin decir
nada. También se compró un muffin de arándanos. Pone la bandeja a un lado, se
sienta frente a mí y cruza sus largas piernas. Se le ve tan cómodo, tan a gusto con su
cuerpo, lo envidio. Aquí estoy yo, todo torpe y descoordinado, apenas capaz de ir de A
a B sin caer de bruces.

—¿Tus pensamientos? —pregunta.
—Éste es mi té favorito. —Mi voz es baja, entrecortada. Simplemente no puedo creer
que esté sentado frente a Satoru Okabe en una cafetería de Okinawa. Frunce el ceño.

              Sabe que estoy ocultando algo. Hago estallar la bolsita de té en la tetera y casi de
inmediato la tomo de nuevo con mi cucharilla. Mientras pongo de nuevo la bolsita de
té usada en la bandeja, él ladea la cabeza, mirándome con curiosidad.

—Me gusta el té negro y poco cargado —murmuro en tono de explicación. 
—Ya veo. ¿Es tu novio?

“Whoa... ¿Qué?”

—¿Quién?
—El fotógrafo. Shiroyama Yuu.

Me río, nervioso pero curioso. ¿Qué le daría esa impresión?

—No. Yuu es un buen amigo mío, eso es todo. ¿Por qué pensaste que era mi novio?
—La forma en que le sonreíste y él a ti. —Sus ojos grises sostienen mi mirada. Es tan
desconcertante. Quiero mirar hacia otro lado, pero estoy atrapado... hechizado.
—Es más como familia —susurro.

              Gackt asiente con la cabeza ligeramente, al parecer satisfecho con mi respuesta y mira
hacia su muffin de arándanos. Sus largos dedos retiran con habilidad el papel mientras
lo miro fascinado.

—¿Quieres un poco? —me pregunta y esa sonrisa secreta y divertida está de regreso.
—No, gracias. —Frunzo el ceño y miro hacia mis manos de nuevo.
—Y el chico que conocí ayer en la tienda. ¿Es tu novio?
—No. Ogatta es sólo un amigo. Te lo dije ayer. —Oh, esto se está poniendo tonto—.
¿Por qué me lo preguntas?
—Pareces nervioso alrededor de los hombres.

Mierda, eso es personal. “Sólo estoy nervioso a tu alrededor, Gackt”.

—Te encuentro intimidante. —Me sonrojo hasta llegar a escarlata, pero mentalmente
me doy palmaditas en la espalda por mi franqueza y vuelvo la mirada a mis manos
otra vez. Puedo escucharlo inhalar fuertemente.
—Deberías encontrarme intimidante. —Asiente con la cabeza—. Eres muy honesto.
Por favor, no bajes la mirada. Me gusta ver tu rostro. —Oh. Pongo la mirada en él y
me da una sonrisa alentadora, pero irónica—. Me da una especie de idea de lo que
podrías estar pensando. —Respira—. Eres un misterio, señorito Kouyou.

¿Misterioso? ¿Yo?

—No hay nada misterioso en mí.
—Creo que eres muy reservado —murmura.

         "¿Lo soy? Wow... ¿Cómo voy a manejar eso?" Esto es desconcertante. ¿Yo, reservado? De
ninguna manera.

—Excepto cuando te ruborizas, por supuesto, lo que sucede a menudo. Sólo desearía
saber el por qué de tu rubor. —Lanza un pequeño trozo de muffin a su boca y
comienza a masticarlo lentamente, sin despegar sus ojos de mí. Y por supuesto, como
si fuera el momento justo, me ruborizo. “¡Mierda!”
—¿Siempre haces ese tipo de observaciones personales?
—No me había dado cuenta que lo hacía. ¿Te he ofendido? —Sonaba sorprendido. 
—No —contesto sinceramente.
—Bueno.
—Pero eres muy prepotente —contraataco tranquilamente.

Levanta sus cejas y, si no me equivoco, su cara se enrojece ligeramente también.

—Estoy acostumbrado a hacer las cosas a mi manera, Takashima —murmura—. En
todas las cosas.
—No lo dudo. ¿Por qué no me pediste que te llamara por tu nombre? —Estoy
sorprendido por mi atrevimiento. ¿Por qué esta conversación se ha puesto tan seria?

No va de la manera que en que pensé que iba a ir. No puedo creer que esté sintiendo
tanta antipatía hacia él. Es como si estuviera intentando ahuyentarlo.

—Las únicas personas que usan mi nombre son mi familia y unos pocos amigos
íntimos. Es así como quiero que sea.

             Oh. Él todavía no me ha dicho, “llámame Satoru”. Es un fanático del control, no hay
ninguna otra explicación y una parte de mí está pensando que quizás habría sido mejor
que Reita lo hubiera entrevistado. Dos fanáticos del control juntos. Un añadido es que
él es casi rubio —bueno, rubio oxigenado—, como todas las mujeres en su oficina. “Y
es hermoso”, me recuerda mi subconsciente. No me gusta la idea de Satoru y Akira
juntos. Tomo un sorbo de mi té y Gackt come otro pequeño trozo de su muffin.

—¿Eres hijo único? —pregunta.

“Oh... cambio de tema.”

—No, tengo dos hermanas.
—Háblame sobre tus padres.

¿Por qué quiere saber esto? Esto es tan aburrido.

—Mi madre vive en América con su nuevo marido, Bob. Mi padrastro vive en
Montesano.
—¿Y tu padre?
—Mi padre murió cuando yo era un bebé.
—Lo siento —murmura y una fugaz mirada triste cruza su rostro.
—No lo recuerdo.
—¿Y tu madre volvió a casarse?

Resoplo.

—Se podría decir eso.

Frunce el entrecejo.

—No me das mucha información, ¿verdad? —dice secamente, frotando su barbilla
como si pensara profundamente.
—Tú tampoco.
—Tú me has interrogado ya una vez y yo trato de hacer algunas preguntas. —Me
sonríe.

¡Mierda!” Él está recordando la pregunta "homosexual". Una vez más, me mortifico.
Durante los próximos años, lo sé, necesitaré terapia intensiva para no sentirme
avergonzado cada vez que recuerde ese momento. Empiezo a balbucear sobre mi
madre... cualquier cosa para bloquear ese recuerdo.

—Mi madre es maravillosa. Es una romántica incurable. Actualmente va por su cuarto
marido.

Levanta sus cejas sorprendido.

—La echo de menos —continúo—. Ella tiene ahora a Bob. Y sólo espero que él pueda
estar pendiente de ella y recoger sus pedacitos cuando sus planes no vayan como
estaba previsto. —Sonrío con cariño. No he visto a mi madre desde hace mucho
tiempo.

Satoru está mirándome fijamente, tomando sorbos de su café de vez en cuando.
Realmente no debería mirar su boca. Esos labios... son inquietantes.

—¿Te llevas bien con tu padrastro?
—Por supuesto. Crecí con él. Es el único padre que conozco.
—¿Y cómo es él?
—¿Ray? Es... reservado.
—¿Eso es todo? —pregunta Gackt, sorprendido.

Me encojo de hombros. ¿Qué espera este hombre? ¿La historia de mi vida? 

—Reservado como su hijastro —sugiere Gackt.

Me abstengo de poner mis ojos en blanco hacia él.

—Le gusta el fútbol, el fútbol europeo sobre todo, los bolos, pescar y hacer muebles. Es
carpintero. Ex carpintero —suspiro.
—¿Viviste con él?
—Sí. Mi madre encontró a su tercer marido cuando yo tenía quince años. Y me quedé
con Ray.

Frunce el entrecejo como si no entendiera.

—¿No quisiste ir a vivir con tu madre? —pregunta.

Me ruborizo. “Esto realmente no es de su incumbencia”.

—Su tercer marido vivía en Texas. Mi casa estaba en Montesano. Y... ya sabes, mi
mamá estaba recién casada. —Me detengo.

Mamá nunca habla sobre su tercer marido. ¿Hacia dónde quiere ir Gackt con esto? Esto
no es de su incumbencia. “Los dos podemos jugar a este juego.”

—Háblame sobre tus padres —pregunto.

Él se encoge de hombros.

—Mi padre es abogado, mi madre es pediatra. Ellos viven en Tokio.

¡Ah...! él pertenece a una familia acomodada. Y me pregunto por la próspera pareja
que adopta a tres niños, uno de ellos se convierte en un atractivo hombre que asume el
control empresarial y lo conquista sin la ayuda de nadie. ¿Qué lo llevó a ser así? Sus
padres deben de estar orgullosos.

—¿Qué hacen tus hermanos?
Jhon trabaja en construcción y mi hermana pequeña está en París, estudiando
cocina bajo la supervisión de algún famoso chef francés.

Sus ojos se nublan con irritación. No quiere hablar de su familia o de sí mismo.

—He oído que París es encantador —murmuro. ¿Por qué no quiere hablar sobre su
familia? ¿Porque es adoptado?
—Es bonito. ¿Has estado ahí? —pregunta, su irritación desaparece.
—Nunca he salido de Japón —Así que ahora regresamos a las trivialidades. ¿Qué está escondiendo?
—¿Te gustaría ir?
—¿A París? —rechino. Esto me desconcierta, ¿Quién no querría ir a París?—. Claro —
admito—. Pero es Inglaterra lo que realmente me gustaría visitar.

Inclina su cabeza a un lado, recorriendo con su dedo índice su labio inferior... ¡Oh,
Dios!

—¿Por qué?

Parpadeo rápidamente. “Concéntrate, Uruha”.

—Está la casa de Shakespeare, Austen, las hermanas Brontë, Thomas Hardy. Me
gustaría ver los lugares que inspiraron a esas personas para escribir eso maravillosos
libros.

Toda esta charla sobre los clásicos literarios me recuerda que debería estar estudiando.
Echo una ojeada a mi reloj.

—Será mejor que me vaya. Tengo que estudiar. 
—¿Para tus exámenes?
—Sí. Comienzan el martes.
—¿Dónde está el automóvil de Suzuki? 
—En el estacionamiento del hotel.
—Te acompaño.
—Gracias por el té, señor Okabe.

Sonríe divertido y percibo una enorme sonrisa secreta.

—Eres bienvenido, Takashima. Es un placer. Ven —ordena y me tiende su mano. La tomo, aturdido y lo sigo fuera de la cafetería.
—¿Siempre llevas baqueros? —pregunta inesperadamente. 
—Normalmente.

Paseamos de vuelta al hotel y me gustaría decir que el silencio es afable. Él parece
tranquilo al menos, seguro de sí mismo. En cuanto a mí, estoy intentando evaluar
desesperadamente cómo ha ido nuestro café de la mañana. Me siento como si me
hubiera entrevistado para un empleo, pero no estoy seguro de que sea eso.
Asiente con la cabeza. Estamos de regreso en la intersección, frente al hotel. Mi mente
está dando vueltas. “Qué pregunta tan extraña...”  Y soy consciente de que nuestro tiempo
juntos es limitado. Eso es todo. Es así y lo he echado a perder por completo, lo sé.
Quizás él tiene a alguien.

—¿Tienes novia? —digo bruscamente. ¡Santo cielo! “¿Acabo de decir eso en voz alta?”

Sus labios se curvan en una peculiar medio sonrisa y mira hacia abajo, hacia mí.

—No, Takashima. No tengo novia —dice suavemente.
¡Oh...! ¿Qué significa? ¿No es heterosexual? Oh, quizás es... ¡mierda! Debe de haberme
mentido en su entrevista. Y por un momento, creo que va a continuar con alguna
explicación, alguna pista sobre esta críptica declaración, pero no lo hace. Tengo que
irme. Tengo que intentar reordenar mis pensamientos. Tengo que alejarme de él.
Camino hacia adelante y tropiezo, saliendo precipitadamente hacia el camino.

—¡Mierda, Shima! —grita Gackt. Me toma de la mano y lo hace con tanta fuerza que
caigo contra él, justo cuando un ciclista pasa a toda velocidad yendo en la dirección
incorrecta por la calle de sentido único y casi me atropella.

Todo pasa tan rápido, en un minuto estoy cayendo, al próximo estoy en sus brazos y él
me está sosteniendo fuertemente contra su pecho. Inhalo su aroma limpio y vital. Él
huele a ropa de lino recién lavada y a algún caro gel de baño. “¡Oh Dios, es embriagador!”
Inhalo profundamente.

—¿Estás bien? —susurra. Tiene un brazo a mí alrededor, estrechándome contra él,
mientras los dedos de su otra mano trazan suavemente mi rostro, sondeando
suavemente, examinándome. Su pulgar roza mi labio inferior y escucho cómo contiene
la respiración. Está mirándome fijamente a los ojos y sostengo su mirada ansioso,
ardiente durante un momento o quizás sea por siempre... pero finalmente, su hermosa
boca atrae mi atención. “¡Oh Dios!”  Y por primera vez en veintiún años, quiero ser
besado. Quiero sentir su boca contra la mía.



No hay comentarios:

Publicar un comentario